domingo, 31 de agosto de 2008

LA BONDAD Y LAS POSES


El ser humano es un conglomerado de situaciones y de relaciones. Y, si no es así, al menos será un ser de otra manera. Por ejemplo, he aquí un caso. Ayer, en medio de nuestras preocupaciones, sacamos tiempo para acudir a una comida familiar. Por primera vez se reunían los nietos de una larga y extensa familia bejarana de la que yo tuve noticias cuando indagaba en papeles para conocer un poco mejor la situación social de Béjar en los años veinte del siglo pasado. En ellos se hablaba de un matrimonio con muchos hijos a los que la comunidad tenía que ayudar con frecuencia.

El tiempo y el azar me llevaron a tener a mi lado a Nena, una de las nietas de ese matrimonio. Con ella me marché y con ella y con otras cincuenta personas compartí mesa, mantel, palabras y buenos sentimientos. Dicen que las reuniones familiares tienen bastante de fingido, se acude al tópico de las Navidades como hecho familiar no deseado. Me parece que en esto hay tanta pose como mala leche. Seguramente no es oro todo lo que reluce ni las caras sonrientes son las mismas que serán al día siguiente, incluso admito que entre los seres más allegados se producen a veces las peores relaciones. Pero de ahí a negar la presencia de bondad y de renegar de todo esto, me parece que media un trecho bien amplio. Incluso sospecho que exageramos la bondad y las poses cuando se trata de recibir a personas “de fuera”, con las que todo son lindezas y benevolencias, y con frecuencia olvidamos que los más próximos son los que día a día están a nuestro lado, que nos soportan y que los soportamos, que nos modelan y que los modelamos, y que en ellos tenemos que depositar nuestros gozos y nuestras sombras. Hay mucho esnobismo tal vez en estas cosas.

Así que aplaudo sin reservas la ocurrencia de juntar a los miembros de la misma familia para que se cuenten lo quieran, para que recuerden lo que fue y ya no es, para que entiendan que uno es lo que es pero al lado de los otros, para que nadie olvide que viene de algún sitio y se mueve donde el azar lo puso, para que todos sepan que se tienen ahí para cualquier remedio, para que comprueben que uno es círculos concéntricos que se van extendiendo hasta perder la luz y la conciencia.
Ayer le tocó el turno a la familia de Bruno y Epifania. Sus nietos han superado o rondan la cincuentena. Cualquier día serán ellos los que convoquen en el recuerdo a otras generaciones. Es la rueda del tiempo que no para. No está mal detenerla y festejar un diente de la noria. Creo que fue hermoso el gesto. Vi a la gente con cara de felicidad. Eso es bastante.

N.B. Me sigue mandando fotos Manolo. No siempre le puedo acompañar ahora en sus correrías y paseos. Ahí va el Circo de Gredos. Fantástico. Gracias.

viernes, 29 de agosto de 2008

DE FIN DE SEMANA

También hoy es fecha especial pues empiezo a sentir como cierto que estoy de fin de semana y no de vacaciones. El lunes volveré a notar las aulas en forma de exámenes y entenderé que la realidad inmediata cambia y que el ritmo del tiempo se modifica.
Los que tenemos vacaciones largas las sentimos por partes. A mí al menos me pasa. No tengo ninguna conciencia de vacaciones en julio sino de descanso y de olvido. Agosto me trae otro tufillo pues empiezo a pensar y a ver imágenes del pasado y del futuro entre las aulas, saboreo los días como días especiales y comparo con lo que pasa por ahí fuera.

Qué injusta es la vida en esto del descanso. Soy un gran privilegiado también en este campo. Cuántas personas se tragan el calor en el trabajo. Y yo mirando al cielo. Cuánta gente se queda en su casita por no tener horas libres de las que disponer. Y yo con tanto tiempo, aunque no me haya movido este verano de los contornos próximos. Cuánta gente sin un rato para dedicarlo a sus asuntos personales. Y yo con tantas horas para poder pensar, leer y escribir páginas. Cuántos seres deprisa y sin descanso para lograr al fin un rato libre con el que contrastar tantos esfuerzos. Y yo mirando el horizonte con calma y sin zozobra. Quiero decir de esta, de la de andar pendiente del pan de cada día. Porque la otra me asalta con demasiada fuerza y me desvela y cansa por no dejarla sola y en el ángulo oscuro. ¿Explicará en parte esto la pachorra de tantos enseñantes que se empeñan en sacar pecho repleto de exigencias, sin rastro de deberes que nivelen sus días? ¿Es tan extraño levantar la vista y entender que la vida es injusta también en estos casos? ¿O es mejor, por instinto, esconder la cabeza debajo del ala y aguardar que la historia la cambie el más forzado, el de peor situación, y estar callados como refugio oscuro y egoísta?

Las calles siguen llenas de coches y de gentes que van a ningún sitio, como todos, como yo mismo. Pronto se verán menos angustiadas, todo volverá al ritmo más cansino, o acaso más sabroso. Voy a hacer ejercicio para ponerme en guardia. Que no me coja todo de improviso. Venga, vamos a ello.

jueves, 28 de agosto de 2008

CUMPLEAÑOS



Me protejo en la luz de las arañas. Me miro y me contemplo añado y con la carga de los días a cuestas. Y es que hoy cumplo años. Me dicen que lo vea como algo gozoso y sonriente por haberlos cumplido y poder evocarlos en palabras. Lo vivido es vivido, “quien lo probó lo sabe”, el porvenir incierto pues todo es porvenir si bien se mira en manos del destino y de la nada, el presente me puede y me desplaza hacia los territorios vecinos. No sé lo que me queda para poder gozarlo, para sentirme quieto, para olvidarme presto.

Cualquier aniversario me concita resúmenes y olvidos. Mi vida entre paréntesis, un descuido del tiempo, un espacio ocupado con vocación de intruso, unos seres al lado soportándome, conviviendo y gastándome como yo los gasto a ellos, cuatro ideas que se van conformando según pasan los días y las horas, las edades que acosan y se muestran a cara descubierta y poderosas, esa falta de acción por mirar tanto, las reticencias siempre ante el empuje inevitable de la vida, la falta de coraje ante el estruendoso silencio de lo que tanto me gustaría oír cada día, esas pequeñas cosas tan pequeñas que parecen acaso sin sentido pero que dan certeza y consistencia a mis pasos, ese saberme atar a lo más cotidiano, más lejos cada hora de tanta ostentación y tontería, el sinsentido enorme de esta ilusión común, el crecimiento absurdo hacia ninguna parte, los malos entendidos como fórmula diaria, las relaciones y costumbres obligadas, los horarios impuestos.

Pero también las palabras con sonidos serenos, las buenas intenciones, el sentido común como refugio de tanta sinrazón, la estampa incomparable de la naturaleza, los seres que me quieren, la suerte de la vida por la vida, la agradable monotonía de la conversación, las buenas compañías, la soledad buscada, los más próximos siempre, el regazo dispuesto para los malos ratos, la cresta de la ola en un vaivén seguido de altibajos, mi refugio en lo poco y lo pequeño, mi vuelta en el camino, “esa segunda inocencia que da en no creer en nada”, el resumen en fin que me declara en posición de firme para afirmar de nuevo que solo me preocupa querer y ser querido.

Hoy es mi cumpleaños. Contemplo el calendario de los años, un inútil suspiro por controlar el tiempo. Pero ahí estamos todos, sencillamente eso, que no es poco.

NO MERECE LA PENA

Es un día cualquiera del mes de agosto, acaso este 27 que ya anuncia los tiempos de setiembre. Hay que hacer compras. Tengo que comprar leche para nosotros y para más personas de las que prefiero no dar referencias. El volumen y la distancia me obligan a llevar el coche.

Antes de salir de casa me sorprende el vozarrón carretero de un vendedor de ajos que en medio de la calle despierta a todo quisque: “Señora, cinco kilos de ajos por cinco euros. Vaya ajos manchegos. A cinco euros los cinco kilos. Venga, baje, señora, acuda a la oportunidad. Vaya ajos”. Y así durante diez interminables minutos. Calculo que para entonces más de la mitad de los vecinos se ha acordado de la inocente familia del vendedor de ajos. Yo desde luego me hallo entre los que se acuerdan y les mandan saludos.

Pero bajo la escalera y salgo al aire de mi plaza. Dos furgonetas con productos de dulcería hacen intercambio como si de un mercadillo se tratara en medio de ella. Lo hacen a diario en medio de la plaza, reservada para el juego de los niños y de los menos niños. A ellos les da lo mismo. Como les da lo mismo a no menos de media docena de coches que han aparcado encima del espacio, sin ningún pudor, sin siquiera situarse en las esquinas y despreciando los lugares que hay libres para esos menesteres. Algunos son de propietarios vecinos que tienen cochera para poder guardarlos. No les importa un carajo y ahí los dejan para molestia de todo el mundo. Por si fuera poco, algunos coches se acercan casi en caravana a dejar a sus niños en la “guardería” que hay debajo de mi casa. Apenas puedo dar un paso y me arrepiento de haber salido a hacer la compra.

Aún me aguarda la calle Libertad que veo desde arriba atiborrada de coches. Solo puedo entrar en ella después de jugármela en el cruce de la Corredera y después de haber soportado los atrevimientos de dos jóvenes y la insulsez de dos personas que no se mueven ni con empujones. Cuando estoy en camino de descender por la calle no encuentro más que atascos: coches aparcados, camiones en doble fila, sensaciones de ahogo, ruidos y pitidos, malos modos y enfados. Hay gente que confunde la necesidad de ser tolerantes con el desprecio absoluto a los demás. ¿Por qué, por ejemplo, en doble fila, los coches al menos no se juntan unos a los otros? Ni por esas. Lo mío es mío y lo demás ya lo arreglaremos.
Consigo tarde mal y nunca desembocar en el Puente Viejo después de varios minutos y de sortear varios peligros. Y no me resulta más sencillo el tránsito por la carretera de Ciudad Rodrigo. La vuelta es una repetición de esperas, de atascos y de falta de espacios. Los coches han tomado la calle, han asaltado las aceras y han inundado el aire.

El hecho es una anécdota, pero se convierte en categoría al comprobar que esto se repite un día sí y otro también. ¿Qué civilización es esta? ¿Qué escala de valores es la que la sustenta? ¿Qué modelo de progreso es el que se advierte? Yo me paro y me bajo. Conmigo que no cuenten.

martes, 26 de agosto de 2008

DESEO EL SILENCIO

Deseo el silencio en toda su intensidad, quiero que las paredes enmudezcan, que no llegue hasta esta habitación ningún desasosiego que llegue de otros mundos inconexos, que la serenidad reine tranquila, que mi cuerpo sea solo la suma de mis músculos que buscan el reposo, que el sueño se apodere de lo que tiene falta de razón, que todo se desposea de sus lazos comunicativos, que el exterior se acerque sin hacer ningún ruido, que no me llame nadie si no es con los nudillos a la puerta, que el cartero se entere de una vez que hay otras casas a las que llamar cuando pasa por aquí cada mañana, que los niños que juegan en la plaza lo hagan con voz suave y cadenciosa, que arrullen con sus vocecitas los ritmos del descanso, que no pasen los coches a más de mil revoluciones, que la gente se vuelva con sus compras contenta y en silencio, que las células guarden un minuto de reposo en memoria de la desmemoria, que se aplaquen las causas y no busquen sin fin las consecuencias, que yo entienda que no debo pedir con tanta insistencia lo que no se me va a dar porque no está en las reglas de la naturaleza, que aprenda a describir y a ausentarme del mundo de las explicaciones cuando llevan a fines no buscados, que el sol no alumbre tanto pues las tinieblas son buen escondite para la suspensión y para el reposo, que se serene el tiempo y que no haga estropicios el espacio acotando terrenos en lugares oscuros, que mi cuerpo incorpore la frescura que trae cada mañana a pesar de estas formas verborreicas que llegan del salón de mi casa, que sepa que hay cuidados intensivos que tiene unas fechas limitadas, que comprenda también que hay quien ha hecho de ellos toda una profesión, que haga cierta la idea de que el amor es eso, dar sin buscar la lógica del hecho ni esperar la razón en la respuesta, que certifique entonces lo que sé que es bien seguro: que el instante postrero es de gozo cuando el camino se ha andado con cariño, que dé por normal que la vida es suma de elementos de signo bien contrario, que haga mío el adagio de los tiempos latinos de “tras la tempestad viene la calma”, que sienta como ahora siento que mi madre se rinde al sueño en el momento en que tecleo estas líneas, que su naturaleza descanse tiernamente, que sean sus días tranquilos, que yo sepa mirarlos con calma y con amor, que mis besos se agranden, que menudeen siempre como menudean ahora, que abra los ojos y que vea la calma en mi contorno y yo sepa abrirle las puertas para que se quede en mí.
Mi madre se ha dormido mientras he escrito esto. Descansa, reina mía.

lunes, 25 de agosto de 2008

RELEER

Van cayendo los días de este agosto tan especial para mí. Aquí está su última semana, con sus días ya más cortos y con las perspectivas más en el inmediato horizonte.

El sábado por la mañana me dio un respiro relativo –ahora todo es relativo pues mi mente anda perdida por cualquier lugar pero no se marcha de mi casa- y me marché a tomar el aire por las lomas de la sierra de Béjar. Travieso arriba hasta la fuente, desde allí hasta la Goterita y hasta el Calvitero, para terminar descendiendo hasta el Circo de Hoyamoros. Y por allí Venerofrío, las infinitas fuentes que lagrimean hasta hacer corriente de este río serrano y con nombre de varón, y el Paso del Diablo, y los dos Hermanitos por los que escalaban grupos de emprendedores y arriesgados deportistas, y el cielo por montera, y el silencio de la hoya, y el horizonte casi infinito. Aún quedan neveros en la Ceja –lo dije hace algunas semanas- y allí se quedarán hasta el otoño, hasta el momento en el que le caigan nuevas gotas blancas encima y se acumulen en neveros amplios y casi perpetuos.

Pero volví a mi casa. Han venido mis hijos y el fin de semana con su presencia es otro fin de semana diferente. Aunque cambien horarios y modifiquen usos y costumbres. La tarde se mostró más arriesgada, con mi madre en la silla y en la calle, tomando el aire limpio de Palomares, quejándose del frío pues cualquier movimiento lo interpreta en clave de queja y de sorpresa. Pero al aire estuvimos, y al sol, y hasta a la sombra, abriendo un poquitín el horizonte. Me he propuesto con ella salir cada tarde un rato hasta la calle. Creo que nos sirve a todos de descanso. El tiempo nos dirá cuándo es bastante.

Me siguen faltando fuerzas para iniciar proyectos, pero tengo algún tiempo para volver sobre lo andado. Y para releer escritos desparramados por distintos sitios. Qué distinto es el momento de la creación del momento de la lectura o de la crítica. Cuando se relee, se juzga con la perspectiva del tiempo. Y el hombre que juzga ya no es el mismo que el que produjo y creó. Para bien y para mal. Por eso la relectura produce sabores agridulces y convoca la certeza de aquella afirmación de “palabra en el tiempo”. De ese tiempo que se sigue yendo de las manos y que fluye sin descanso de no se sabe dónde ni hacia dónde. Así que, a falta de otras iniciativas, me regodeo en las palabras del pasado y en ellas me revivo y me recuerdo, reinvento lo que fue con otras perspectivas y comparo lo que fue y lo que es. “Agosto que no linda / con ningún otro mes del calendario”.

viernes, 22 de agosto de 2008

MIEDO A DORMIR O A DESPERTAR

“Hombre occidental, / tu miedo al Oriente, ¿es miedo / a dormir o a despertar?”.

De nuevo palabras del maestro don Antonio Machado. En contextos distintos, con perspectivas diferentes, pero con la misma validez. El mes de agosto anda engolfado para todo el mundo con el asunto de las olimpiadas. Es el ocio y el deporte la ocupación y el negocio más importante desde hace casi un siglo. Demasiadas cosas se van supeditando al éxito o al fracaso en estas variables. Sus tentáculos, en formatos de industrias, reconocimientos, puestos de relieve, pregoneros y referentes, a la vista están para todos. Y nadie se ve libre de esta escala de valores.

Las olimpiadas han tomado tierra en esta ocasión en el lejano oriente, en un país muy peculiar política, social y económicamente. Todo se cifra en imágenes y en deslumbrar a los demás, y los países del socialismo han caído en la misma trampa, con igual o superior intensidad. En China están tirando la casa por la ventana con tal de mandar a los otros países una imagen cristalina y sin deficiencias. Los medios de comunicación se prestan a ser efecto multiplicador de esos fogonazos continuados que se producen en quince o veinte días. Y esa imagen especular será la que quede. Los análisis desapasionados y pausados que se hagan más tarde se perderán ya en el baúl de los recuerdos pues otras imágenes se habrán ya superpuesto dejando a estas esquinadas y perdidas.

Resulta empobrecedor y lamentable que todo se supedite a un número de medallas o al fulgor efímero de unas instalaciones. “La vida de más de mil millones de personas reducida a cuatro esfuerzos y a unos gastos suntuosos que en casi nada benefician al hombre normal”. Qué barbaridad.

Oriente es muy diverso, China encarna una escala de valores que conviene analizar sin pasiones, seguramente tiene mucho que enseñar a este occidente de la imagen y el comercio, y mirar a oriente tendría que ser ganas de despertar, no “miedo a dormir”. Me temo que ellos han caído en el error de imitarnos a nosotros y no precisamente en lo mejor.

A mí me quedan ratos para doblar mi vista y mi atención en las imágenes que llegan desde China. Poco me importa que los chinos ganen en número de medallas a los norteamericanos o que suceda lo contrario. En realidad no me importa nada. Quisiera otras palabras y otras reflexiones que me ayudaran a entender la vida desde otros puntos de vista, por ejemplo el suyo. Por si me sirviera para algo. No sé si es eso lo que me llega por la caja tonta. Sospecho que no es eso. Seguramente no.

jueves, 21 de agosto de 2008

EL MORBO Y LA TRAGEDIA

Me escudo con frecuencia en el “ojos que no ven, corazón que no siente”. Y no sé si es cobardía o buena solución. Me sucede con todo. No quiero mirar a la cara a la parte mala que sucede a cada instante. Las ventanas del mundo degluten sin parar imágenes y escenas de contenido negativo, parece que se complacen en recordarnos las muchas cosas malas que en el mundo han sido y son. Como si el mundo y su diario discurrir no estuviera también lleno de sucesos positivos e ilusionantes.

Ayer se produjo en este país un hecho absolutamente luctuoso. Otra vez la tragedia, más de ciento cincuenta muertos de una vez, un mazazo en el campo, al aire libre, camino del espacio y del descanso. Pues no quise seguirlo en las imágenes salvo en lo imprescindible. Mis condolencias, claro, para todos los familiares de las víctimas y para todos nosotros, no hay que insistir en ello.

Pero hoy repaso los diarios y en algunos sigue siempre la sospecha. Así titula El Mundo a toda página: “La crisis de Spanair desemboca en una tragedia de 153 muertos”. Y se queda tan fresco. Cualquiera que haya aprendido el abecé entiende que se está relacionando la crisis de una empresa con su culpa en la tragedia. ¿Por qué, de nuevo, como siempre, como con el 11-M, se sigue jugando impunemente con el dolor y con la sangre de los muertos? ¿Pero es que todo vale con tal de azuzar el morbo y vender periódicos al servicio no de la información sino del capital? ¿Es que no queda un poco de decencia y de respeto para el dolor de las personas? ¿Por qué sembrar dudas morbosas en lugar de pedir con todas las fuerzas que se investigue todo lo que se tenga que investigar sin adelantar conclusiones que solo buscan impúdicamente tocar la fibra más sensible de los lectores?

Este periódico lo viene haciendo así por sistema, pero los demás se suman con mucha frecuencia y con diversa intensidad a la fórmula. Solo vende lo morboso, lo que se regodea en los límites y en la debilidad del ser humano y sus miserias. Y lo único que importa es vender pues es lo que está al servicio de la cuenta de resultados. No puede ser, el ser humano atesora otras posibilidades más ricas y positivas, hay que descubrirlas y potenciarlas. Aunque no suba tanto en PIB o la madre que parió al PIB.

Hoy es día de dolor y de abrazos entre todos. Mañana, ya mismo, será otro día. Y habrá que ir a las causas y exigir lo exigible y procurar mitigar el dolor, que es lo que importa. Aunque se vendan menos periódicos. COÑO.

martes, 19 de agosto de 2008

MEMORIAS DE UN HOMBRE DE ACCIÓN

Me gustaría en muchas ocasiones ser uno de esos personajes de Baroja que hacen y hacen sin demasiado sentido, sin saber qué les puede acarrear el destino y sin pensar en el futuro. En realidad yo no soy un hombre de acción sino de mirada y de reflexión. Y sé que gano cosas pero que pierdo otras. Pierdo, por ejemplo, el gozo del momento en muchas ocasiones, el olvido de lo pasado y de lo que pueda venir, y la falta de concentración en el momento Acaso en estos días lo noto un poco más pues tengo la mente siempre dividida entre lo que hago y lo que tengo que cuidar en casa. Y me retengo, y no inicio nada nuevo, y no me aventuro en casi nada, como en espera intranquila de que pasen los días. Seguramente sería muy eficaz una huida hacia adelante, llenarme la cabeza y los brazos de acciones que no me dejen demasiado sosiego y que ocupen mis horas y minutos densamente. Sencillamente porque los días van a pasar del mismo modo, sin remedio y sin falta, y todo lo que tenga que suceder lo hará sin contar con nada ni con nadie. En estas fechas me gustaría ser un hombre de acción. Ya lo creo.

lunes, 18 de agosto de 2008

HARTOS DE MIRAR SIN VER

No tengo muchas fuerzas para explorar nuevos caminos. Tampoco en el mundo de la lectura. En verano me doy cuenta de que vuelvo con más frecuencia a los clásicos que en otra época del año. Sin proponérmelo, ayer y hoy me he visto con Machado entre las manos. Quiero decir don Antonio Machado, ese viejo poeta de ribetes decimonónicos que a mí tanto me gusta y al que no me importa llamar maestro con todas las letras. Incluso cuando me sume en la melancolía, que son muchas veces. Me gusta más cuanto más logra la hondura en la brevedad, cuando hay en él tanto de filósofo como de poeta. Podría anotar tantas cosas de sus versos.

Casi al azar hoy me quedo con esta joya: “!Ojos que a la luz se abrieron / un día para, después, / ciegos tornar a la tierra, / hartos de mirar sin ver”. Yo también me siento en los ecos de la tarde harto de mirar sin realmente ver, deseoso de alcanzar colores que se me niegan y serenidades que se me escapan. Y, a pesar de todo, he de seguir mirando, por si se escapara algún rayo que me deslumbrara. Porque el crepúsculo se anuncia y no se aclara el sol de la inteligencia, más bien se muestra más sombrío.

N.B. En el andar diario anoto mi pésame para Mercedes Colorado, José Manuel Andrino y Mateo Merino. En sus seres queridos se ejemplifican hoy mejor que en nadie los versos de Machado.

sábado, 16 de agosto de 2008

SU MUNDO Y MI MUNDO

Hasta la habitación donde tecleo llega el runrún de mi madre que sigue en su mundo y que ameniza estas tardes de agosto. Me gustaría saber hasta qué punto ha desconectado de mi lógica pues ella me responde algunas veces con una lógica aplastante. Prefiero no pensar demasiado en esos límites imprecisos porque entonces mi lógica también se viene abajo y mi ánimo se hunde. Menos mal que el resto del día se refugia en un sueño aparente. Es un mundo inasible y de difícil trato. Yo me escondo en el silencio, en mirar a la tele, en entender lo tonto de unos seres que se matan por llegar a la meta donde no les espera nadie o en mirar hacia el campo adonde hoy ha llegado la lluvia como anticipo de otras tardes de lluvia. Y prefiero callarme y esperar a mañana. Voy a verla de nuevo en su sillón de reina.

viernes, 15 de agosto de 2008

Y MEDRAREMOS



Las horas de este día nos han llevado a organizar el tiempo y los cuidados de otra forma. Con equivocación incluida por nuestra parte que espero que no tenga consecuencias por la noche. Con los amigos malagueños hemos paseado a la sombra de los castaños de la Fuente del Lobo, hemos comido en el Castañar, hemos hecho sobremesa con parte de la familia en el mismo paraje y hemos charlado en el bello parque de Candelario. Después las obligaciones nos llamaban de nuevo al lado de mi madre. Y aquí nos hemos quedado, a su lado, contemplándola esta tarde en duermevela, en la tranquilidad y en el sosiego. Debo confesar que en mis horas libres he tenido la preocupación dividida entre la conversación y mi casa. Tengo que acostumbrarme a desconectar al menos un poquito. Acaso la repetición me ayude a ello.
Este día marca de algún modo el vencimiento del verano. Por el tiempo, por las vacaciones, por las fiestas. Hoy todo este país se encuentra en fiestas, este fin de semana también. La próxima semana será algo diferente. Yo no estoy para fiestas, lo confieso. Quizás mi quince de agosto llegó hace ya varias semanas. No pasa nada. Mañana será otro día, amanecerá Dios y medraremos. Sea.
N.B. Prometo recompensar a Leticia con un buen gazpacho y con una buena tortilla en otra ocasión ya que esta vez no pudo ser.

jueves, 14 de agosto de 2008

HOY QUEDAN LOS RECUERDOS




Debería hablar de aniversarios porque algunos no se borran con el tiempo. Y eso que el tiempo vela imágenes, desdibuja hitos y llena de espuma los espacios. Pero fue aquella noche, cuando comenzaba el silencio, cuando en otras latitudes se encendían los focos de las fiestas. Sonó el silencio y se fraguó el dolor. Fue aquella noche. Una noche como esta noche.
Pero sé que fue dulce y repentino el tránsito fatal e inevitable. Hoy quedan los recuerdos, la sensación de haber estado cerca, la serenidad que da el paso del tiempo. Y también queda el recuerdo, el recuerdo agradecido de muchas cosas, la imagen rescatada del pasado. Aquí quiero dar fe y guardarme en el silencio.

Han venido Jesús y Sinda con Leticia. Por fin se han decidido a pasar por estos pagos en su vuelta del norte. No estamos en las mejores condiciones físicas para recibirlos, pero poco importa eso. Por encima de todo está la amistad, la charla amena, los consejos, un paseo por las calles bejaranas, una visita a Felipe, un refresco en Piel de Toro, unas miradas lentas a la sierra, el embrujo de nuestros paisajes, el verano norteño en contraste con las arenas de sus playas malagueñas, y todos los recuerdos de otros tiempos. Tienen que venir con más tiempo y en ocasión mejor para mí mismo, los tengo que cansar por los caminos de estos parajes nuestros y tengo que ejercer la sagrada costumbre clásica de la hospitalidad. Y tengo que enseñarle a Sinda que en Béjar son muy buenas también las peluqueras. En fin que estoy contento con su visita. Les dejo un par de imágenes de las de Manolo Casadiego tomadas en la sierra para que se lleven algo de freso a sus playas. Vale.

miércoles, 13 de agosto de 2008

MÁS ME EMPUJO AL SILENCIO



Cuanto más tengo que decir menos digo y más me empujo al silencio. Estoy en la vorágine de agosto y de mi madre, con la tensión a tope, pensando en sus cuidados. Y más que un gasto físico es un gasto mental que va minando la sensación de ser provisional en que me muevo. Ahora mejor que nunca reconozco lo importante de todos los que están a mi lado, todos más fuertes que yo mentalmente y todos dispuestos a empujar y a dar cariño. Me siento más dependiente y más agradecido que en mi vida. Tendría que instalarme en la normalidad, en comprender que hay mucha gente que también regala horas a los suyos durante mucho tiempo, y otra mucha gente que las regala sin que sean los suyos directamente, que el mundo es muchas cosas, también estas tan dulces y tan amargas de saber que la vida va pasando y el tiempo sigue su curso como si nada le torciera la atención.

Pues eso, que a querernos y a sentirnos muy cerca. Lo he declarado en otras ocasiones: solo quiero querer y que me quieran, es mi único objetivo. Aquí tengo un terreno muy extenso. Voy a labrar en él, tengo que hacerlo. Y lo tendría que hacer sin alharacas, sencillamente haciéndolo, porque es lo que ahora toca, simplemente.
Me anunciaba esporádico en estos días, como sin ganas de dejar líneas a diario.
Tenía el presentimiento y se me va cumpliendo. Me sigo presintiendo irregular para los próximos días. Veremos lo que el tiempo va dando de mí.

sábado, 9 de agosto de 2008

NO QUIERO LA CERTEZA REPETIDA



No quiero la certeza repetida. No la quiero, no la quiero. Sé lo que tengo que saber, no me hace falta que nadie me lo esté rebozando a cada momento. Prefiero que el sol, o la sombra se aparezcan de una vez, como un torrente en una gota fría, como el zarpazo de un tigre al acecho que da cuenta de su víctima sin que esta se dé cuenta. ¿Por qué ensañarse en la persecución si el cervatillo tiene fecha de entrega y por mucho que corra le espera la derrota?

No quiero la certeza repetida. Quiero que el vencedor no se ensañe con el vencido. Es más, quiero que no haya vencedores y vencidos. No es lo que ven mis ojos. No.

jueves, 7 de agosto de 2008

SON CARAS DE LA VIDA


Las circunstancias mandan, claro, como siempre. Y en estas de ahora mismo busco acomodo. Lo necesito más mental que físico. Por el momento. Procuro descubrir por las mañanas como un Centro de Día donde estirar las piernas y la mente, donde tener certeza de la vida. Por eso suelo hacer ahora, en los días que puedo, lo que no recuerdo haber hecho antes a esas horas, salgo a tomarle el pulso al parque y a sus gentes. Y claro que descubro que hay más gente que ancianos. En este mes de agosto, los niños son paisaje con sus padres y con sus abuelos. Han adaptado un cuadrante para juegos de niños. Lo que se ha quitado en césped, se ha ganado en juegos. Me gusta ver sus caras con sonrisas, llenas de vida, dando una sonoridad al parque extraordinaria. La vida se desparrama y no deja sitio libre.

Al menos en el parque. Acaso por contraste con las tardes, un poco más con cielo encapotado. Es la vida en duermevela, es la vida que empuja y la vida que cede. Así las cosas.

Y anoto de pasada, como todo lo que anoto en los últimos días, los versos en la tarde de la Antigua. Con Luis Felipe Comendador, con Antonio Sánchez Zamarreño y con Mercedes Marcos. Los cuatro dejamos notas de nuestro hacer poético ante un grupo heterogéneo de personas. Leer poemas al atardecer siempre resulta agradable, espero que escucharlos también. Me sentí muy a gusto en aquel sitio, aunque enseguida tuve que poner rumbo hacia mi casa. Hoy es ocho de agosto.

martes, 5 de agosto de 2008

UN CUENTO CHINO


Un cuento chino refiere que, cuando es uno joven, intenta cambiar todo, cambiar el mundo entero, producir la revolución. Cuando se hace mayor y ha pasado por el casamiento, intenta un cambio más acotado, el cambio de su mujer. Cuando es persona madura, intenta el cambio de sus hijos. Y, cuando su edad es ya avanzada y ni la mujer ni el hijo le hacen caso, intenta un cambio aún más acotado, procura el cambio de sí mismo como lo único posible.
Obsérvese que se trata de un cuento, y además chino. Retírense de él todos los elementos de cultura machista y todos los demás que desentonen. Aún se mantendrá el esqueleto semántico. El proceso vital es un proceso de impulsos y de fuerzas. Y estas fuerzas no son siempre las mismas.
Me parece que el cuento resulta un poco fallido por incompleto. ¿Qué ocurre cuando también se ha sobrepasado el tiempo del cambio de uno mismo y se sostiene uno sólo en el nivel de la supervivencia? ¿Dónde quedan entonces los ideales, las sensateces y las verdades? Ese nivel existe, aunque hasta a la tradición popular le cueste situarlo en el sistema.

lunes, 4 de agosto de 2008

CON LA MIRADA ALTA

Quiero encarar las cosas con la mirada alta y con algo de realismo. En determinadas circunstancias, el realismo está colocado en el nivel de lo menos bueno, y no deberíamos andarnos engañando siempre. Pero todo tiene alguna faceta positiva, o, al menos, una cara que te devuelve una fotografía que mira siempre hacia el futuro. Todo lo que tenga que suceder va a suceder y lo que no tenga que suceder no llegará ni aunque lo busque. Por ello sería de buen ambiente quitar dramatismo a cualquier situación y reírse un poco de lo que va pasando.

Porque el tiempo pasa, que es lo que siempre pasa, se sucederán los hechos, los buenos y los menos esperados, llegarán momentos de bonanza y de tempestad, aflojarán los rigores estivales, nos moriremos de sueño y, a pesar de todo, levantaremos armas y seguiremos vivos, renegaremos por no encontrar respuesta a las preguntas y alguna vez volverá a nuestro rostro el optimismo. Todo esto y mucho más pasará porque la vida quiere que así sea, porque somos azar en el camino, porque nadie nos pide cuentas. Tendremos que hacer caso a nuestra conciencia, a alguna escala de valores que tengamos escondida en algún sitio, al gusanillo que en realidad nos pica.

Vale, venga, tranquilos, aquí no pasa nada, hay lo que hay y basta, hay que comerse el mundo con el menú del día. Y ahora recuerdo aquello de “no pasa nada si a mí no me pasa nada”. Hala, a pasar el día, a compartir miradas y silencios. Hay que comprar el pan, he visto unas cerezas que se me han metido por los ojos: son caras pero las compraré como capricho. Si tengo un rato libre, me voy a dar un baño y acaso me beba la piscina: será mi primer baño del verano, y cuando el sol se ponga y acaso la brisa vuelva a mi terraza, brindaré con un vino de reserva, que hoy es cuatro de agosto y no celebro nada salvo que sigo aquí viendo pasar el tiempo.

domingo, 3 de agosto de 2008

HA LLEGADO MI MADRE

Necesito acostumbrarme a un nuevo ritmo de vida. Ha llegado mi madre para estar con nosotros unos meses. Necesita de todos los cuidados y vamos a dárselos. De momento nos vamos acoplando, descubriendo tensiones y murmullos, encajando las horas, durmiendo cuando buenamente se puede pues las noches no son lo más calmado para ella, tratando de hacer algo normal de lo que en manera alguna es normal.

No sé cómo me irá con estas notas, pero ella es lo primero. Tengo grandes apuros en mi mente, pero tengo el privilegio de contar con gente que vale lo que no está en los escritos y que va a estar al pie del cañón hasta que esto lo exija. Son muy duras las últimas etapas del camino, pero ahí están sin tregua ni pudor. Veremos lo que pasa.

En estas situaciones, siempre ando ayuno de palabras. Trataré de ordenarlas cuando pueda. No me será sencillo.

sábado, 2 de agosto de 2008

EL RIGOR Y LA CLEMENCIA

Es el capítulo XLII de la segunda parte del Quijote. Sancho está a punto de partir para sus aventuras de gobernador insulano. Don Quijote lo agarra por banda, lo aparta y le ensarta toda una retahíla de recomendaciones para el buen hacer en su gobierno. Estamos hablando de las personas que tienen que legislar, que tienen que ejecutar y que tienen que juzgar. Al bueno de Sancho le cae todo encima. Inevitable el traslado de esas recomendaciones al momento actual: nunca me ha servido la Historia si no es para observar sus repercusiones en el presente. Esto sí que es un código completo, el penal y el civil. Pero, sobre todo, es un código de conducta, una moral y una ética, un buen manual de Educación para la Ciudadanía. Espigo algún consejo: “Cuando pudiere y debiere tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al delincuente; que no es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo”. Y este otro: “Al culpado que cayere debajo de tu jurisdicción… muéstratele piadoso y clemente; porque aunque los atributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea a nuestro ver el de la misericordia que el de la justicia”.

Hablamos del contexto del S XVII, pero, mutatis mutandis, me sirven como principios. Cada día entiendo menos el sentido de venganza que creo observar en demasiadas personas. Ni siquiera termino de entender las palabras y los tonos de los más allegados a los que han sufrido desgracias. Parece que se les va la vida en conseguir que los culpables paguen hasta el último céntimo de su pena. Los puedo entender en su dolor momentáneo, pero no cuando va pasando el tiempo y la reflexión tendría que ocupar el puesto de los instintos. ¿Para qué sirve esto? ¿Qué se consigue con ello? ¿Qué conciencia se acalla si no es el estruendo del instinto y de la venganza? ¿No le queda ningún resquicio al perdón? ¿Y la reconciliación? ¿Y el arrepentimiento? ¿Y la buena voluntad? ¿Y el futuro? La parte más hermosa de la vida no está en el diente por diente sino en el abrazo con el abrazo, la ayuda con la ayuda, la buena voluntad rellenando desajustes, el amor, coño, el amor como objetivo y como práctica diaria, la intención de mejora como propósito y el reparto de derechos y deberes.

Sigo pensando que la vida no puede regularse en un código ni en un montón de artículos. Es algo mucho más amplio, más complejo y a la vez más sencillo. Solo se deja vivir intensamente cuando olvidamos artículos y versículos y nos atamos al cuajarón del sentido común y de la buena voluntad en todos aquellos momentos en los que la literalidad nos juega malas pasadas.
Al fin, al pobre Sancho lo echaron del gobierno de la ínsula la aplicación de las leyes y las normas, los reglamentos vacuos y las costumbres tontas. Bien se ve en la lectura cómo chocan con su buen sentido común y con sus elementales y saludables razonamientos.

Tal vez hay muchos regidores públicos y privados a los que habría que llamar a capítulo, encerrarlos con Don Quijote y no dejarlos salir hasta que no aprendieran los fundamentos de este capítulo del libro, con promesa de aplicación en sus mandatos.

viernes, 1 de agosto de 2008

AGOSTO

Agosto está presente, alumbra días, olvida noches y atropella horarios. En esta cultura nuestra todo desboca ritmos, relaja las costumbres, se pierde en laberintos que nunca desembocan en sitios conocidos. Es este un mes como de segunda mano, como a contrapelo, como de paréntesis en un país en el que se vive todo el año pensando en dar trabajo a la maleta, creyendo que las olas han de llenar los ojos y el oído, en el que la tumbona se hace casa con techo al descubierto y vecinos mirones. Aquí para hasta Dios y convendría recordarles a los moribundos que no es buen mes para eso de las pompas fúnebres; de modo que Dios para pero prohíbe las muertes. Y, de Dios abajo, ninguno se hace el fuerte para oponerse al tedio y a la calma. Se da de baja el Gobierno y se despista por distintas Doñanas, la crisis se convierte en vino tinto y en platos de paella, los jueces no son jueces este mes, son niños con pantuflas jugando a buscarles las vueltas a las leyes y a pasar por traviesos, la iglesia y sus acólitos arrimarán horas extras en hileras de misa y procesiones por los pueblos de España, las playas serán zoco permanente de cuerpos a la venta mientras compran el sol a bajo precio… Todo se da un respiro hasta septiembre: la liga, los periódicos, las fábricas, la crisis.

¿Todo? Qué despilfarro mirar así este agosto. Mientras el mar engulle a los bañistas, deglute negros que nos llegan en pateras y hace una mezcla extraña, y sirve platos fríos y calientes, y deja un sinsabor de vino ajado, con resaca de jeques y de pobres, todos al mismo sol pero en distinta sombra. Tierra adentro los viejos se adormecen, los parados se miran asombrados, el autónomo espera que lleguen los pedidos para hacer frente al pago de sus acreedores, el filósofo observa la sinrazón del mundo y el poeta decide poner letra al sentimiento de lo que no se exprime ni se agita, el joven sigue alegre al ritmo que le dicta su cansancio y muchos, casi todos, son ajenos a los biorritmos y a los estereotipos que llegan en imágenes desde lejanos sitios.

¿Y yo? ¿Cuál es mi agosto? Yo recibo a mi madre, me enfrento a sus cuidados permanentes, tengo miedo de no estar a la altura de todo lo que ella se merece. Me gustaría verle, también al mes de agosto, y a septiembre, y a octubre, el lado más juicioso y optimista. La vida es como es, los días seguirán en cualquier caso. Nada de dramatismo que no me ofrece buenos beneficios. Lo que tenga que ser aquí lo espero, con mi escasa paciencia, con mi cariño cierto, pensando que disfruto su presencia, con la ayuda segura de los míos, casi todos más fuertes que yo mismo. Vale, ha llegado agosto.