martes, 30 de septiembre de 2008

MIRO AL FRENTE Y EL SOL YA ME SALUDA

Miro al frente y el sol ya me saluda, va despojando árboles de la túnica nocturna de las sombras. Frente a mí hay una densa alfombra de verdes muy oscuros. Aún no apuntan los grises ni los ocres del otoño. Y ya va siendo tiempo. Muy pronto los veré formando cuadro, insultando a los ojos de la naturaleza. No sé bien describir la gama de colores de estas sierras. Las laderas del monte Castañar siguen echadas como bostezando y un airecillo fresco recuerda que la noche ha estado en ellas. Aquí, a sus pies, hay gente que sube lentamente su mirada, que empieza a darse cuenta de la cierta existencia de otro día, de otras horas dispuestas para que las violemos, de otros tiempos en forma para que sean nuestros, de otros ratos de historia para que la escribamos con nuestras manos blancas.

Me queda por delante todo un día de vida y de trabajo. Será como otros días pero no será el mismo pues solo existe este y ningún otro me ofrecerá sus brazos ni tendrá sus mismos ojos, ni me verá sentado como ahora en esta silla, frente al paisaje lento y lujurioso que domina estas tierras, que me anega en sus frondas, que me deja prendido entre sus ramas, que me invita a gritar que así es la vida, al menos de momento, en este día postrero de septiembre. Me entregaré sin reservas en mis clases, beberé en la memoria que me regale mi madre con sus actualizaciones y sus ratos de gracia y de recuerdos, me sentiré arropado por los que yo más quiero, me vendré muy abajo con mis ánimos, como hago cada día y alguien me recordará que todo tiene un tiempo y luego pasa, que no hay que echar el freno y marcha atrás, que siempre escampa después de la tormenta. Volveré a ver la vida con escaso sentido si no es para gozarla justamente, veré que a mi lado pasa gente que no me reconoce ni sabe de mi vida. Tampoco yo sabré qué llevan en su cuerpo, si gozo y alegría o dolor y tristeza. Y sentiré que siempre estamos solos, demasiado solos, eternamente solos, aunque con el consuelo de pedir una ayuda en cualquier instante a los que están más cerca.

Viene gente a este claustro. Vienen de Salamanca. No sé cómo se llaman ni qué buscan. Sé que llegan y pasan, vienen un rato y marchan. Y se llevan con ellos lo que quieran llevarse. Un poco como yo; tampoco hay que engañarse demasiado. Yo sigo aquí mirando la mañana, abriendo hasta el extremo la luz de mi memoria y de mis ojos, leyendo los colores, viendo pasar el tiempo, eso que siempre pasa.

N.B. Y a esta hora nocturna pego en esta pantalla etas palabras, que nacieron al filo de la luz de la mañana y que acaso ya se hayan hecho viejas.

lunes, 29 de septiembre de 2008

TENGO QUE HACERLE UN HUECO



Sé que la luz se encierra cada noche detrás del horizonte, que juega al escondite con nosotros, que, cuando llega el alba, está de nuevo a punto donde cada mañana. ¿Sabrá el sol de mis penas?, ¿vendrá a decirme vamos, que espera un nuevo día?, ¿se asomará riendo cuando yo me levanto y miro en mi terraza el lomo de la sierra?

Siempre me da de frente cuando nace, como si me retara a plantar cara, a ponerme a su altura, a decirle que es hora de salir a la vida, que quiero acompañarlo en su camino por los azules arcos de los cielos. Yo siempre lo defraudo porque pronto lo olvido, porque voy a mi bola y me adentro a menudo en sitios bien oscuros, porque lo he recibido como quien da la mano a un buen amigo de los de cada día, como quien hace cosas sin notar que no tienen mucho sentido.

Tengo que hacerle un hueco en mi apretada agenda, tengo que saludarlo sin mostrar reticencias, tengo que acompañarlo como un colega sano, tengo que compartir con él los días, tengo también que darle gracias por haberme ofrecido las horas de estos meses para pasear mi plaza con mi carro y las grises protestas de mi madre, tengo que recordar que me ha regalado sus rayos cada tarde en los que diluir los gestos y palabras sin sentido. Tengo que darle gracias, tengo que darle gracias.

Y se me van las tardes de septiembre, tan largas y tan cortas a la vez, con ese andar al quite a cada instante, con ese andar sin tregua por si acaso. Es tan largo y tan corto todo lo que ha pasado… Voy a seguir en ello al amparo del sol que, ya en octubre, se vestirá de gris y a veces sentirá frío en sus carnes, se notará desnudo y sentirá pudor de haber salido. Ahí seguiremos listos, por supuesto.

domingo, 28 de septiembre de 2008

¿QUIÉN GUARDARÁ ALGÚN RATO MI MEMORIA?



¿Quién guardará algún rato mi memoria? ¿Cuáles serán los límites de mi presencia? ¿Cómo se vive en los parajes donde nada se sabe de mi existencia? Son todos, casi todos, infinitos e ignotos, desagradecidos, lejanos, parte de no se sabe qué misterio. Y así los de los otros, los de todos los otros, los de las infinitas partes del todo, que se ignoran y viven de espaldas y a escondidas.

¿Y la memoria que yo guardo de las demás cosas? Es tan reducida y tan débil, cuelo tanto su luz y su presencia… Hoy agoto las horas sin saber si en la calle hace frío o calor (solo sé que hace aire y que me impide sacar a mi madre a pasear por la plaza), si la gente es feliz o sufre en sus personas, si hay vecinos que se juntan para recordar a los héroes de la libertad, si se llenan las calles de cansinos paseantes, si la semana entrante me hará abrigar el cuerpo, si mañana iré al trabajo con escaso entusiasmo, si mi madre me va a dejar dormir lo suficiente o me hará verborreicas las horas de la noche hasta desear con fuerzas el silencio, si mi hermano se habrá recuperado de sus preocupaciones par mi madre al marcharse de casa esta mañana, si el vecino de enfrente vive o deja vivir, si…

No sé nada de nada. ¿Qué sé yo de los campos, de las piedras, del sol que nos alumbra y de sus arcos, de la vida que bulle en cada esquina, de la gente que siente y que trabaja cada día conmigo? Ni siquiera conozco mis muchas deficiencias, mis ilusiones varias, mis apetencias y mis desventuras, lo que me aguarda para dentro de un minuto. No sé nada de nada. ¿Cómo voy a guardar yo mi memoria? ¿Cómo voy a pedir a los otros que se acuerden de mí un solo momento?

Me serviré con calma un bebedizo que absorberé solemne para que me conduzca sin remedio al mundo sin retorno del olvido.

sábado, 27 de septiembre de 2008

ME REGALAN LAS HORAS



Me regalan las horas para sumarme al gozo de los días, para sentir que hay algo por lo que echar el resto, para descubrir que hay mucho que merece las garras del olvido, para cambiar de aires, para ver la verdad de los contrastes, para matar el tiempo, ese maldito invento de los hombres, para saciar la sed después de los calores del camino, para rezar a un Dios al que no encuentro por más que le interrogo y le suplico (tal vez he de tomarme vacaciones y dejarme llevar por mis débiles fuerzas simplemente), para ver que los días suceden a las noches y todo sigue ahí, para mirar al cielo y contemplar la luz del horizonte, para volver al tajo cada día pendiente de lo inútil de la vida si la razono un poco.

Yo no puedo cargarme de razón pues me sepulta hasta ver la certeza del disparate cósmico del mundo. Nada tiene sentido en perspectiva, todo sucede y basta, pues dos pasos más lejos pierde toda su fuerza y su destino. Tal vez el tiempo habría que acortarlo en lugar de alargarlo, no darle alas al futuro para no someterse a sus dominios, llenar cada momento y que sea lo que tenga que ser.

Y un momento preciso sucedió de nuevo esta mañana. Los caminos ya umbríos nos llevaron despacio desde Béjar hasta Santana, hasta la Centena, hasta el árbol centenario de la Francesa, hasta la Francesa alta, para deshacer el camino en ida y vuelta. El otoño bejarano es la antesala del paraíso, si es que nos obligan a creer en tales cosas. Un día claro de otoño es la luz en esencia, la pureza más clara, el esplendor más limpio. Este camino es otro entre el rosario de sendas y veredas que rodean a esta ciudad estrecha. Pero es algo más este pues todo su trayecto se presenta como arco de triunfo a favor y en honor del caminante. Como la hoja es caduca, resulta igualmente propicio el paseo en cualquier estación del año pues, cuando se desea la sombra, todo se pone de acuerdo para ofrecerla, y en invierno el sol llega hasta el suelo para besar los troncos y las fuentes. Por allí hemos andado a vueltas con la vista y el sabor de las moras del camino, con el aroma y el rumor de las fuentes y regatos, con el placer del buen comer al amparo del sol en un jardín idílico; desde allí hemos regresado hasta casa, al tajo de la vida cotidiana, a seguir con los trabajos y los días.

Aquí estamos de nuevo. Hay que seguir al paso, con la mirada alta, también aquí buscando los placeres del tiempo repetido.

viernes, 26 de septiembre de 2008

VAYA UN EJEMPLO

Me contaron la historia de dos hermanos bien diferentes. A uno le gustaba la política. Le había dado por preocuparse por los asuntos sociales y asistía a reuniones de las que sacaba ideas que iba incorporando a sus conversaciones y que cada día le llevaban más tiempo. A veces suspendía y un año hasta tuvo que repetir curso. Terminó una carrera de tipo medio un poco más tarde de lo normal y no encontró un trabajo fácil y bien remunerado.

Su hermano pasaba olímpicamente de la política. “Todos los políticos son iguales y andan a lo que andan, o sea, a buscar su propio provecho personal”. Eran palabras que repetía con frecuencia. Estudió una carrera de las que ofrecían futuro y pronto se vio con un título, un buen piso y un coche potente. Sus ingresos empezaron a crecer y con su mujer y un hijo que nació enseguida no se perdía sus vinitos domingueros, su misa de doce y sus vacaciones en lugares exóticos.

La familia de este segundo hermano siempre lo ponía como ejemplo de lo que había que hacer, se sentía orgullosa de su situación y hasta se arrimaba curiosa a cuidar del niño mientras el matrimonio atendía sus obligaciones sociales y profesionales.
El hermano al que le gusta la política es mirado por su familia como un bicho raro y sus padres siguen lamentándose porque no haya hecho un recorrido como el de su hermano. De hecho se ha ido a vivir a un barrio obrero en el que convive con gente a la que le falta de casi todo. Y allí sus padres no acuden con frecuencia por si acaso.

Pero al que le gusta la política se le ve una cara dispuesta a comerse el futuro. Al que no le gustan los asuntos sociales no se le conocen más que exigencias y derechos, desprecios y miradas hacia sí mismo.

He pedido conocer al primero de los hermanos. El segundo no me interesa para nada.

OLVIDO PARA EL OLVIDO

Voy soportando como puedo la lectura de “Esa polilla que delante de mí revolotea”, la obra poética de Olvido García Valdés. Le he dedicado ya varios ratos. De ella se afirma en letras de imprenta: “Se ofrece así uno de los recorridos emocionales más intensos y formalmente complejos de la poesía escrita en castellano, y la confirmación de su autora como una de las voces poéticas más notables de las últimas décadas.” Ni aun siendo un texto laudatorio con fines publicitarios me lo trago. Y tan formalmente complejo. Yo no entiendo nada, ni fónica, ni rítmicamente, ni en distribución de contenidos, ni en organización de recursos. En nada.

Algún poeta del sur me afirmaba hace unas semanas que los códigos de acceso a la creación poética son infinitos. Hasta ahí de acuerdo. Pero eso no quiere decir que todos sean válidos. Los ripios, por ejemplo siempre los hemos rechazado. No todo vale, claro que no. Olvido no está en el nivel de los creadores de ripios, por supuesto, pero me quedo en el limbo con muchas de sus composiciones.

Vamos a ver un ejemplo:
“Como reverso,
hojas verdes de árbol, vencida
en el impulso, ¿qué otro modo
de equilibrio al andar¿ ¿Qué, si la descarnada
se retira y observa? No solo jugos
sino brisa, ramillos ásperos. Del calor
que aún no aprieta parten
grajos. Horadadores,
es aquí, bascula
y camina con traspiés, pasa
sobre de sí, acelera.”

¿Quién es capaz, para empezar, de indicar una mínima estructura fónica y rítmica en esta composición? ¿Por qué no lo escribe en líneas seguidas, como la prosa? ¿Cómo se justifican los cambios de verso? ¿Alguien encuentra algún pie rítmico por algún sitio?
¿Existe alguna oración completa que justifique la estructura morfosintáctica del poema? ¿Se cumplen simplemente las concordancias entre los elementos de las oraciones? ¿Se cuenta algún hecho en el poema? ¿Cuál? ¿Quién es el sujeto del poema? ¿Qué se dice de él? ¿Qué justifica que se rompa la realidad en todos los niveles? ¿Realmente dice algo este poema? ¿Alguien quiere imaginarse la realización concreta del poema? ¿En qué pensaba la autora? ¿En qué condiciones estaba? Prefiero no seguir.
El poema está tomado al azar. No desconozco que muchos de sus textos sostienen realidades pictóricas y que hay que entenderlos junto a la pintura correspondiente. ¿Y qué? ¿Eso permite cualquier cosa? Allá con sus historias mentales. Las respeto pero no las entiendo. Las leo porque es mi obligación y siempre espero encontrar algo aprovechable. Pero a mí que no me cuenten cuentos chinos. Y así más de cuatrocientas páginas. Puafff, con perdón.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

REPOSARÉ EL SABOR DE LA NOTICIA

Reposaré el sabor de la noticia. Veré brillar el sol que anuncia el horizonte. Compondré las escalas de las generaciones. Y cuando las mire de nuevo, veré que han aumentado sin que yo me diera cuenta. Me situaré en el lugar que me corresponde y certificaré que habré crecido y que mi sitio está en las plazas altas. Otearé el futuro y pondré plazos fijos a otros días en los que yo seré espectador de más alta barrera. Me apartaré del centro poco a poco para dejar la plaza a los que llegan.

Hoy es solo un proyecto, ínfima realidad. Pero ya está bullendo. Y yo lo quiero ya, desde este instante. Lo voy a querer siempre porque será mis huellas y yo lo veré hacerse de otras partes, sentarse a contemplar otros caminos que no me pertenecen. ¿Me dejará mirarlo tiernamente? Yo ya hoy brindo por él (acaso ella).

Y puedo contemplar en la otra orilla. Las olas buscan calma. Están cansadas de tanto ir y venir, de tanto desplegarse por los mares. Por las tardes se sienten agotadas y presienten la noche y el silencio.

La vida es una senda que da vuelta y se encuentra con el primer impulso. Es el relevo eterno. Cumplamos la carrera y que los dioses se apiaden de nosotros.

martes, 23 de septiembre de 2008

PARA HABLAR CONTIGO



Solo te escribo versos esta noche
Para hablar contigo.
Te hablo de esa casa perdida
En la materia gris de tu memoria.
Es vieja y está destartalada. Acaso
Nadie la haya habitado
Salvo el canto feliz de los vencejos
En las tardes de agosto
O alguna golondrina retrasada
En el cobijo tibio de septiembre.

En ella tus anhelos se aquietan poco a poco.
Por sus habitaciones, madre, tú divagas
Y encuentras en su sitio
Todo lo que tu amor desea.
Un poco más al fondo,
Donde afirman que habita el olvido,
El padre también sueña
Sentado en una silla.
Te mira y tú lo miras. Os miráis
Como dos girasoles que se admiran,
Como los pájaros posados
En el verde más verde de las ramas.

Después de tanto tiempo,
Esta noche has preguntado por él,
Has sentido su ausencia y lo has llamado
Para saber cómo le van las cosas.

Yo también envejezco en la portada.
Estoy feliz a ratos, con un alegría honda
Y misteriosa. La casa me parece
Silenciosa y ajada. Sus jardines
Están llenos de salvia y de romero,
De olor a madreselva y flor de almendro.

Por el parterre pasean dos ancianos.
Sus pasos silenciosos los conducen
Al reino del olvido.

lunes, 22 de septiembre de 2008

ME GUSTAN LOS CONTRASTES



Me gustan los contrastes, los cambios comprobables, la salida del sol que señala los hitos del camino y aclara los contornos mientras se va retirando la noche, el verde sobre el ocre, la paleta intensísima de los colores del otoño, el cielo como contrapunto del suelo, el hambre cuando es saciada con el alimento, el amor deseado frente al amor colmado, las ganas y el deseo frente a la abulia, un poema de amor frente a un poema épico, la desgana con la vuelta a las ganas y a comerse el mundo.

Nunca he experimentado mejor el contraste que en estos meses que llevo tan al lado de mi madre. Sus momentos de lucidez son como un bálsamo laudánico frente a la continuidad de la identidad perdida. Son instantes muy breves, apenas ráfagas que me anegan de luz y de contento, que me dejan recuerdos de lo que siempre fue hasta que dejó de ser, de aquello que me llevo y que guardaré siempre como riqueza inmensa, son gotas de un licor con muchos grados que me emborracha y que me deja al pairo y alelado.

Ir de un mundo a otro mundo tiene que ser muy complicado porque es conectar, entender que ahí está la luz y volver a desconectar para sumergirse en otro mundo velado y diferente. Me quedo con la luz de esos momentos. Sus destellos formarán un buen álbum de mis fotografías favoritas. Siempre.

domingo, 21 de septiembre de 2008

DOS PERSPECTIVAS

Me gustaría algún día escribir un largo ensayo que tuviera como tema la función y el valor del creador en esta sociedad y en estos tiempos de principios del siglo veintiuno. Seguramente no iba a descubrir demasiados mediterráneos pero serían mis mediterráneos. Tengo algunas variables a mi favor. Es un asunto que me interesa desde hace mucho tiempo, conozco un poco el mundo de la creación literaria (yo mismo soy un creador aunque ocasional), por mis ojos han pasado muchos miles de páginas, mi labor profesional se mueve en esos mundillos, me interesa el mundo en cuanto sociedad conformadora de cada uno de los individuos que la componen… En fin, hay muchos elementos que me empujarían a organizar algunos pensamientos que dieran vida a este asunto. Bien sé que hay bibliografía abundante pero creo que la perspectiva social del tema no está tan trillada. Y es la que a mí me interesa.

No es el momento, claro (estoy yo como para iniciativas), pero me ronda el deseo y lo anoto. Sí adelanto que mi tesis es la de darle al creador un valor bastante secundario, si lo comparo con el científico por ejemplo. Me parece que hay demasiada mediocridad y demasiado cuento chino en el oficio, y, por supuesto, reniego del creador que no tiene una perspectiva de análisis en sus obras. Bueno, tiempo habrá.


Y se marchó el verano. Qué verano tan atípico. Y tan largo. Me queda casi medio otoño en esta perspectiva de ritmo temporal. Hay que arrimar el hombro. Y no decaer, que la causa es buena aunque la carga sea pesada y asuste. Entre ratos de desaliento y momentos de reposo y de recuperación, entre momentos de no entender nada y ratos de entender todo demasiado claramente, entre ratos de fondos marinos y ratitos de cielo. En fin, es lo que hay y ahora prefiero no buscar explicaciones. Ni causas. Ni consecuencias. Todo forma parte de la vida. También esto. Vamos.

sábado, 20 de septiembre de 2008

VIÑETAS CON HUMOR

Esta tarde me he dado un pequeño respiro pues mi cabeza andaba a pájaros y estaba seguro de que no iba a cazar ninguno. Llevaba todo el día al lado de mi madre y necesitaba alejarme media hora de su susurro repetido y de dar vueltas a la noria de la plaza con el carrito de mi madre a cuestas. Y la casualidad me deparó una sorpresa agradable. Me acerqué hasta la puerta del teatro Cervantes persiguiendo la propaganda de una representación de El Buscón que se anuncia para el viernes. Ni rastro. No pasa nada. Queda toda la semana por delante para enterarme y concretar la posibilidad de ir a verla. Me dejé llevar por la calle Mayor adelante y, a la altura del edificio de la Caja de Ahorros, me topé con un cartel que anunciaba una exposición de viñetas de humoristas. No me lo pensé y subí a echar un vistazo. Allí estaban representados seguramente los mejores. Forges, Máximo, El Roto, Gallego y Rey… Al menos algunos de los que a mí me parecen los mejores. Forges, por ejemplo, es mi debilidad

Dos notas a pie de página. a) Cómo desentonan algunas viñetas en la trayectoria de algunos de estos artistas. Prácticamente todas las que allí estaban colgadas hacían referencia a las injusticias sociales. ¿Mingote ha forjado su trabajo en esa línea precisamente? Lo dudo. b) Qué comentarios ofrece una viñeta bien hecha. Vale por un discurso entero. Me recuerda a los buenos aforismos, esos que te dejan parado y que realmente resultan inagotables. La exposición pasará desapercibida para casi todos. Claro, no se ha puesto en concierto y así no vamos a ningún sitio. Por si acaso, recomiendo la exposición vivamente.

Hace mucho que no anoto nada de mis lecturas. No es buen síntoma. O acaso sí, quién sabe. Recuerdo ahora mis páginas de verano y reconozco que, sin pensarlo, he vuelto de nuevo a los clásicos, a aquellos que más me apetecen pues a ellos me llevan las manos y la cabeza sin proponérmelo. Ahí otra vez la relectura de San Juan, del que me quedo con cinco o seis poemas excelsos aunque rechazo buena parte de su obra en prosa: cartas, recomendaciones…. Y también Antonio Machado, Don Antonio, y el Quijote que, cada vez que lo abro al azar, me quedo pegado a él. Y así otra decena de autores. Parece que voy a tiro fijo, pero esta vez repito que me ha llevado el instinto. Acaso porque no he tenido demasiados ánimos para seleccionar e innovar. El comienzo de curso me ha traído alguna novela nueva y algún libro de divulgación científica, campo que cada día me llama más. La novela “Niños de tiza”, de David Torres, premio Tigre Juan, me parece notable, y no me parece del todo sobresaliente porque creo que tarda demasiado en hacerse con la trama, pero contiene una soltura literaria e imaginativa que apunta muy alto. Es solo un ejemplo de lo último en lo que ocupo algo de mi tiempo.

¿De mi tiempo? ¿Del tiempo? ¿Pero realmente existe el tiempo? Bueno, esto ya pertenece a la divulgación científica. Mañana será otro día, que mi madre se ha dormido plácidamente y tengo que aprovechar estas horas de silencio para dormir también. Ciao.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

ARTE, SABER Y TOROS, MUCHOS TOROS

Nacionalizar las pérdidas y privatizar las ganancias. Olé con las prácticas del liberalismo. Manda cojones. Resulta que el país más poderoso sigue inflando los morros de los poderosos comprándoles sus predios ahora que andan en apuros. Y lo mismo hacen los bancos de los otros países poderosos y avanzados. Vengan millones y más millones no vaya a ser que los ricos se queden con el trasero al aire. Después, cuando anden saneados y el sistema vuelva a la tranquilidad con el apoyo de todos los contribuyentes, será tiempo para volver de nuevo a confiar en las manos privadas. Y, si es preciso, se les da en condiciones ventajosas. Y, hala, a explotar de nuevo. Así se repiten los ciclos económicos y así va girando la historia, esta historia que nos va llevando a todos por delante. Y por detrás.

A mi centro de trabajo siguen llegando los periódicos provinciales y, durante estos días de septiembre, las portadas y las contraportadas, las secciones, los cuadernillos y todo lo que se les ocurre anda lleno de cuernos y de fotos de gente que va a lucir palmito a las barreras o a los burladeros en la dorada Salamanca. Para lo que hemos quedado. Acaso para aquello en lo que siempre hemos estado: Salamanca, arte, saber y toros. Me muero de la risa con el arte. Si acaso el de la historia enclaustrado en las iglesias y conventos y el de la piedra en claroscuro. Y el saber. Qué guasa. Siempre tirando de Unamuno y de Fray Luis. Ya está bien de vivir del cuento, coño. Pero lo aparente sigue siendo lo de los toros, ese espectáculo que reúne a la feligresía más carcamal de toda la provincia y que viene a congregar a dos de las patas en las que se asienta esta comunidad: los ganaderos y los funcionarios. La otra es la de la iglesia y espero que no ande disfrazada y sin sotana en los tendidos, que de todo habrá. Si todo eso se adoba con una prensa absolutamente infumable, nos da una realidad sobrecogedora y adormecida, con procesiones, verbenas y toros como espectáculo permanente. Como mucho habrá que añadir la “novedad” del botellón en los últimos años. Que ya es consuelo. De modo que me acerco a las páginas de cualquiera de ellos y, antes de abrirlas, ya los tiro a varios metros de distancia con el más absoluto de los desprecios. Menos mal que a mí me echaron de uno de ellos por ser avispa cojonera. Menos mal. Cuando lo considero ahora, me siento lleno de vergüenza y reniego de haber participado en un medio durante varios años, por más que fuera siempre una nota disonante.

Y se murió Miguel. Miguel Santos fue un socialista de convicción y de toda la vida, una de aquellas personas que veía siempre desde el mismo ojo. Siempre he dicho que no es bueno que los partidos se nutran de personas que no son capaces de ver nunca nada salvable en las otras formaciones, y menos que tengan siempre a flor de piel hechos pasados que les afecten personalmente. Miguel era uno de ellos. Pero fue un tipo honrado que, desde su humildad, siempre estuvo al lado de los más necesitados y siempre anduvo dispuesto a prestar lo que tenía en la forma en que podía. Ha muerto un buen socialista. Descanse en paz.

PERO NO HE APRENDIDO CÓMO SE MUERE UNO


Estas son palabras de un personaje cualquiera: “He visto muchos muertos pero no he aprendido cómo se muere uno”.

Es la muerte el acto más solitario y el más solidario que encara el ser humano. Es muy cierto que se muere uno solo, sin posibilidad de aprender de las experiencias ajenas y sin la oportunidad de transferir la experiencia personal a los demás. Así que seguramente no tiene que ser fácil aprender a morir. Sería, sin embargo, tan beneficioso… Al hecho más seguro no queremos ponerle plazos ni calendario, y eso que hay muchas ocasiones en las que los facultativos pueden medir con cierta precisión ese calendario. Mejor es que nos pille por sorpresa, que no nos dé cuartelillo para repasar nada, que nos sorprenda con las manos en la masa pero sin contar con su presencia, que nos salude y se adueñe de nosotros como si le hubiéramos pertenecido siempre.

Resulta cuando menos atractivo pensar en cómo pueden ser los momentos finales de cualquier persona. Acaso hurgar en ellos tenga más de un poso de morbillo, y no estoy muy dispuesto, pero no me importaría ver una película con caso cierto. Los tiempos, los espacios, las vidas compartidas, la inanidad de todo, el sinsentido cósmico, el adiós a los vivos y más próximos, un resumen de vida, la inconsciencia final… Esto sí es inefable y no otras filfas. ¿Cómo será ese despegue definitivo hacia ninguna parte? La soledad más solitaria, el desprendimiento de todo lo sensible, la sensación vacía, la inconsciencia, el no pertenecerse, los parámetros nulos, el encefalograma plano… la muerte y el olvido.

Seguro que nadie se marcha de estos pagos sin experiencias fuertes. Pero siempre en penumbra, sin compartir con nadie, “en soledad sonora”. “Dios mío, qué solos se quedan los muertos”.

martes, 16 de septiembre de 2008

UN CLIMA FAVORABLE

Si yo supiera caminar con pie seguro por el camino de la educación… Entonces sería un dios menor y me haría un santuario en el que recibir a quien quisiera recibir los sacramentos de la bondad y de la sabiduría. Tengo claro que la mayor parte del camino hay que andarla con los pies de la confianza y de la comprensión, de la proximidad y hasta de la amistad. Pero no tengo claro si todo el camino tiene la misma anchura. De hecho, suelo comenzar con una actitud totalmente diferente a la que acabo de adjetivar. Con frecuencia hasta me paso en la actitud de distancia y de falsa autoridad. Y lo hago con certeza de lo que estoy realizando. A veces hasta me reconozco borde entre mis alumnos los primeros días de clase. Y es que prefiero empezar en ese lugar para ir bajando el listón y aproximándome al contexto de los alumnos. Es fácil entender que lo hago así por causa de aquellos que pueden distorsionar el desarrollo normal de las clases. Si no existieran tales, no tendría ningún sentido esta actitud. A pesar de todo, siempre tengo dudas y apresuro el día en el que empiezo a “condescender” en la actitud y en el trato con todos ellos. Creo que ellos –no importa cuál sea la edad- saben muy pronto “con quién se juegan los garbanzos”, y a mí me interesa que lo descubran muy pronto, el primer día mismo.

Y no me importa perder fechas en el desarrollo de los programas con tal de crear un clima que a mí me parezca favorable para el desarrollo del curso. Creo que todo va después mucho más deprisa y mejor. De modo que mis alumnos deben quedar asustados el primer día y se deben llevar una impresión no demasiado amable para casa. Lo importante es que a la semana siguiente, o al mes siguiente, tengan certeza de cuál tiene que ser su comportamiento y su ritmo de trabajo en mis clases. La forma, en buena medida, termina siendo el contenido mismo de la educación. Porque se enseña para algo, y ese algo es la formación de las personas, y en la formación de las personas se incluyen escalas de valores, y en los valores cristalizan los comportamientos. Luego van diciendo por ahí que no se quiere ideología. Yo sí, naturalmente. Con dos cojones bien puestos. Lo que yo enseño tiene que servir para algo o, si no, lo dejo por inútil. Algo muy distinto es que yo imponga soluciones y no que enseñe a buscarlas. Eso exactamente eso, es lo que hacen todos lo que dicen oponerse públicamente a la ideología, imponer como única buena su solución esotérica e irracional. Y ahí están la iglesia, la derecha, los llamados liberales, y hasta el sursum corda vestido de lagarterana.

Así que menos lobos y vamos a situar el invento para que nadie se confunda de lugar. Después, todos a andar. Y quien no quiera que se despida solito y que se vaya a otro lugar, que hay muchos y muy acogedores. Venga.

lunes, 15 de septiembre de 2008

ENTRE LA LUCIDEZ Y LAS LIMITACIONES FÍSICAS


He tenido hoy mi primer contacto con parte de los alumnos que voy a tener en el presente curso. Es una nueva aventura, no conocida por mí en mi ya larga carrera de docente. Suelo confiar mucho en estas primeras impresiones, aunque este trabajo consiste precisamente en ir moldeando las mentes de los alumnos y en ir encontrando con ellos un nuevo camino (ex ducere, educación). Y no son del todo malas. Allí estaban sus caras como esponjas que ven caer encima el primer chaparrón del otoño después de una larga sequía. El camino hay que andarlo y en el camino nos encontraremos. No es nada definitivo, pero no es tan extraño como pudiera pensar cuando me decidí por ello. Veremos.

Estoy en el ecuador del tiempo asignado al cuidado de mi madre. Echo la vista atrás y me salen muchas horas de atención, pero a la vez me parece que fue ayer mismo cuando la traje a mi lado desde Salamanca en el coche. Es el centro de todas nuestras atenciones y de nuestros cuidados. Ella nos corresponde con esa naturalidad que poseen los que no tienen que ponerse la careta del pudor y se manifiestan con la espontaneidad próxima al instinto. A veces nos sorprende con expresiones que nunca pensé que podría recuperar y que encierran sensaciones e ideas que me dejan entre emocionado y pasmado para todo el día. Es todo un muestrario de perlas maravillosas. Me disgusta, sin embargo, ese desnivel que se produce en ocasiones entre su lucidez y sus limitaciones físicas, cada vez más evidentes. Es ahí donde puede alojarse el sufrimiento. El tiempo me sigue permitiendo pasearla por la plaza y airearla, a pesar de sus quejas por cualquier desajuste. Por eso su color es tan hermoso y su cara tan llamativa. Es una reina y yo, en esto, solo en esto, soy monárquico.

También nos sigue permitiendo a Nena y a mí nuestros paseos y escapadas que, quién lo diría, son al menos tan frecuentes como cuando ella no estaba con nosotros, aunque en ratos medidos y breves. La ayuda de Angelines sigue siendo inestimable.
Hasta he intensificado algo las lecturas en los últimos días. Las narraciones que Alberto Méndez recoge en su “Los girasoles ciegos” me ocupan los últimos ratos. Especialmente emotiva me ha parecido la narración tercera, titulada “El idioma de los muertos”. El que pueda que la pille y la deguste: no cuesta más que un menú del día, y tiene una densidad enorme.

En fin que esto toma velocidad de crucero y ya no parará porque la rueda no lo va a permitir. Venga.

domingo, 14 de septiembre de 2008

MAÑANA MISMO


Escribo esta brevísima reflexión en el momento en el que varios millones de españoles duermen nerviosos aguardando el primer contacto con las aulas mañana mismo. Y estoy seguro de que en todos ellos anida algún regustillo de no se sabe qué: el primer contacto, la vuelta a los amigos, ese horario que tanto les fastidia, la cara de aquel que tan bien o tan mal les caía, los libros, la gente nueva, el contraste con el verano que se marcha…

Se pone en marcha un conglomerado de obligaciones, de deseos, de derechos, de sistemas, de grupos sociales, de modos de entender la vida. ¿Qué pasará ahora mismo por la mente de un muchacho de diecisiete años, por ejemplo? ¿Y por la de un profesor que acude al aula por primera vez? ¿Y por la de aquel que acaso anda en sus últimos años de docencia? ¿Y por la de un padre que por primera vez entrega su hijo a otras personas? ¿Y por la mente de la administración? Por esta nada porque la administración no tiene mente para casi nada.

Qué cambio tan enorme pensando en los largos días de vacaciones. A mí me gustaría que nunca hubiera vacaciones y que siempre fuera curso. Quiero decir que no comulgo con que se acumule todo en unos meses y que los de verano se manden al limbo del olvido en lo que a disciplina y a estudio se refiere. En cualquier día del año tendría que ser normal descubrirse con un libro en la mano, con un pensamiento a flor de piel, con una preocupación social a flor de labios. Entonces se estudiaría por afición y no por obligación ni pensando en superar obstáculos como único recurso. No andamos en esas latitudes. Qué le vamos a hacer. Lo he dicho en varios sitios: el alumno que va a aprobar corre el peligro de suspender, el que va aprender corre el estupendo peligro de aprender y además de sacar una nota estupenda. Algo similar ocurre con el profesor. En fin, es lo que hay. Vamos a ello.

sábado, 13 de septiembre de 2008

UN DÍA DE CONTRASTES




Aunque espaciadamente, los días me dan tregua para seguir saliendo a respirar naturaleza. Alguien me empuja un poco también para dejar estrés y adrenalina por esos caminos eternos. Hoy me fui con Manolo hasta el pantano de Navamuño y la Dehesa de Candelario, para dar vuelta por Puente Nueva hasta el punto de partida. Era día, además, de dar estreno a mi nueva Nikon Coolpix P80. Tengo que empezar a explorarla y a sacarle rendimiento. No soy precisamente un manitas ni un interesado en los artilugios técnicos, pero este pequeño aparato tiene muchas aplicaciones y debería aprovecharme de ellas. Se trata de un regalo familiar que agradezco mucho y que me llena de alegría. Aunque, como en otras ocasiones, no llegue a usarlo tanto como podría y debería.

El campo y el cielo siguen luminosos en este declive del verano bejarano, casi anunciando ya el otoño. He encontrado a nuestro pantano muy bajo (iba a decir casi exhausto) del bajón que ha pegado en pocas semanas. Seguramente las turbinas tendrán mucho que decir al respecto porque el verano no ha sido precisamente demasiado caluroso como para agotar las existencia de agua en estas sierras y en estas comarcas. Tal vez como efecto de la última tormenta, los prados ya reverdecen y se ponen otra vez limpios y hermosos. Y hasta los árboles se han lavado y también recuperan parte de la luminosidad de sus verdes. Nosotros hemos dado pasos por caminos y senderos y hemos entregado la mañana a la charla y al contraste con los ruidos de la ciudad en los días de semana. Un bocadillo reparador (bueno, un bocadillo y otras cosas) en el centro de interpretación de la naturaleza, en la dehesa de Candelario, nos ha reconciliado de nuevo con el silencio y con los elementos naturales. Qué restaurante al aire libre, con el regato sonando rumoroso y algún sonido perdido de los pájaros. Como para levantar tiendas y quedarse allí.

La tarde cambió todo lo que había sido silencio por el hablar sin tregua de mi madre, que se cansa y se agota cuando se pone nerviosa y verborreica. Mi escasa paciencia me ha jugado una mala pasada y hasta ella lo ha notado y me lo ha recordado a su manera. Debo pedir perdón una vez más y así lo hago. Ahora ya es territorio de la noche. Un día más al limbo. Con sus más, con sus menos, con nada al fin y al cabo. Mañana será otro día.

viernes, 12 de septiembre de 2008

DOS VIDAS TOTALMENTE DIFERENTES

Me pregunto aturdido si la vida es una o son muchas, según los momentos y las circunstancias. Y, como en tantas ocasiones, los principios se me vienen abajo o se me dificultan si la realidad fuera la segunda.

He salido a casi nada, pongamos que a tomar un poco el aire, en este día frío de septiembre. Lo he hecho, como tantas veces, por la calle Mayor. Cualquier otro lugar me hubiera dado un resultado similar. Y he visto dibujadas dos vidas totalmente diferentes. Por un lado los bancos, los comercios, las tiendas, los despachos, la publicidad en los escaparates, con mujeres fantásticas luciendo su palmito, con productos al uso, todos con buena cara, con ropas apiladas para llenar de moda a varias generaciones, con zapatos fantásticos y telas de arco iris. Todo un mundo celeste y de colores aguardando el consumo, el desgaste, el recambio, la compraventa inútil e infinita. Con todas estas cosas, personas peripuestas para agradar la mente del cliente, que no llega ni a tiros. Otra vez he visto las tiendas vacías de personas y atiborradas de productos, en un sinsentido que no tendrá nunca fin y que se agravará, si esto es posible, cada día más. ¿Es que nadie se da cuenta de que en esta sociedad propugnamos el consumo sin tino y que este consumo exige producción y que se produce siempre mucho más que lo que se consume? ¿Por qué, si no, están siempre las tiendas hasta arriba de productos? ¿Por qué se nos acosa con publicidad de todo tipo hasta obligarnos a comprar cada día todo lo que resulta innecesario? ¿Por qué no pensamos alguna vez que la vida es algo más amplio que el consumo y el dinero? ¿Por qué nos hacemos esclavos agradecidos de este esquema que nos ata, que nos estresa y nos degrada en nuestra dignidad de seres humanos? ¿Por qué en los momentos en los que las máquinas producen más que nunca vivimos los desequilibrios más exagerados y andamos al pairo de que, de un día para otro, se nos caigan las bolsas o se arruine un sistema financiero y nos deje a casi todos con el culo al aire? Jamás como en este momento se ha vivido en un sentido de provisionalidad tan grande y con un miedo tan destructivo. ¿No hay nadie que se dé cuenta de esto? Quiero decir de los consumidores, pues los productores andan todos en la vorágine de vender y vender, de adueñarse del mercado aunque el de al lado se arruine, y bastante tienen con la competencia feroz a vida o muerte.

Y no olvido la vida tan distinta que he visto también en la calle. Es la de las personas con nombre y apellido. Esos seres bajitos y rechonchos (los de mejor aspecto andan ocultos: no son horas de lucir sus virtudes virtuales) que contrastan con la modelo del escaparate, que calzan muchos años y se encorvan o tosen, que visten lo que pueden, que se quejan del aire y de este frío repentino de septiembre, que miran y se llenan de lo que ven soñado en los escaparates, que van deprisa al médico, o que miran y sueñan, tal vez ríen o envidian, que miran su bolsillo y su figura y se sienten lejanos de todo lo que les rodea. ¿Dónde están esos lujos en la calle? ¿Dónde esos cuerpos diez de los escaparates? ¿Para quién los productos de todos los colores?
Luego se irán a casa, encenderán la tele y se sumergirán de nuevo en el mundo de la fantasía, aún más encajonada, más próxima en el sueño pues está ahí enlatada frente a frente, a rumiar en silencio la verdad y la mentira, la realidad y la fantasía, la apariencia y el sustrato real de la existencia.

Qué distancia tan grande, qué vidas tan cercanas, qué disparate inmenso, qué necedad tan burda. La vida, un carrusel que no da tregua en esta feria inmensa de trampa y fantasía.

jueves, 11 de septiembre de 2008

BUENA PINTA

Allá que vamos con los primeros pasos del nuevo curso. Hoy claustro y primeros intercambios. Caras nuevas, muchas caras nuevas, caras jóvenes, caras femeninas, caras agraciadas. Buena pinta. Enseguida los repartos de horarios y los primeros contratiempos. Siempre con los mismos, con las mismas. Hay gente que defiende sus privilegios como si de la vida se tratara; no le importa agarrarse a un clavo ardiendo con tal de obtener hasta el último beneficio. Y así se reproduce cada año.

Todos somos un puntito egoístas y buscamos lo mejor para nosotros sin mirar al de al
lado, pero hay gente que se esconde en su coraza y no hay forma de que mire ni por la rejilla. Hay una curiosa coincidencia en algunas cualidades de estas susodichas personas: gente que se dice liberal, de derechas absolutas, que reniega de los sistemas educativos cada día, que suspende sin tino, que colma de improperios a los alumnos, que…, y que, cuando le toca llevarse la mejor parte no cede ni una migaja. Tal vez me equivoque en la apreciación pero es lo que veo.

En mi caso, también pelín egoísta, estas actitudes me separan un poco más del sistema este en el que se mueve este mundo. Hasta el punto de que, para el presente curso me he “refugiado” en un asignatura y en un nivel en el que jamás me había movido. No sé cómo me irá pues mi paciencia es muy escasa. Tengo la perspectiva de la frescura y del aire limpio de los alumnos. O eso espero.

Imagino esta misma situación en todos los lugares de la piel de toro, con tanta gente jugándose horarios y arañando minutos egoístamente. Es este un trabajo que dura solo un rato pero que tiene la cola de todo el curso, pues al siguiente día nadie pregunta por la situación de cada uno.

En este colectivo abundan los que desprecian a las gentes de la cosa pública, o sea, a los políticos, sin darse cuenta de que son (somos) ellos infinitamente más egoístas y miserables que toda la profesión de políticos junta. Y todo esto sin entrar en comparaciones con tantas otras profesiones del mercado.

Como para echarse a temblar al ver tanto egoísmo y tanta mala leche. Si al fin y al cabo este es un trabajo de temporeros, coño. El lunes al tajo, pero ya con la vista puesta en cualquier puente que ande esperando por ahí. Venga…

TODO VUELVE A SU SER

Esta mañana he recogido con mi vista los despojos de la fiesta y he certificado la vuelta a la normalidad como si nada hubiera ocurrido. En realidad es que no ha sucedido nada. Tuve ocasión de tomar contacto con las fiestas en la imprenta en el momento en el que se alzaba la revista que las anunciaba. Luego no he vuelto a saborear nada hasta esta mañana en la que he comprobado cómo el parque se iba quedando despejado y las casetas quedaban vacías y la calle expedita.

Todo vuelve a su ser. Las calles vuelven a ser tomadas por los coches en una piña insufrible, los paseos del parque se llenaban de personas que buscan su sombra y su amparo, los centros sanitarios se atiborraban de ancianos en busca de sus pastillas, el despacho de lotería aguantaba una gran cola en busca de la suerte que nunca llega, las tiendas seguían vacías, a la espera de que los clientes se recuperen de los gastos últimos, El Castañar se mostraba vacío y solitario (¡qué hermosa la tarde para dar un paseo por allí!). ¿Cuándo nos vamos a dar cuenta de que este sistema no conduce a nada razonable? Todo está atiborrado de productos, todo el año andamos en rebajas, se produce siempre mucho más de lo que se puede malgastar y nos pasamos la vida proponiendo el aumento de esa producción. Así no, coño, así no. Para entender que este sistema no conduce más que a la ruina y a la desesperación no hace falta ser ni teórico marxista ni haber hecho tres doctorados por Harvard. Con abrir los ojos y echarle un poco de sentido común y menos egoísmo sale todo a flote y se ve mejor que el arco iris. Ya solo falta una buena capa de lluvia que lave nuestras calles. Entonces todo habrá vuelto a la normalidad y el paisaje urbano volverá a ser el de siempre. Con su ritmo a cuestas. Y conmigo también en el camino.

N.B. Acuso recibo de las recomendaciones que me hacen LFComendador y Sinda acerca del sonido de esos Delinqüentes (¿así?). Creo que tienen razón y que no son del montón ni de los que se ponen "en concierto" porque sí. Eso me pasa por generalizar. La canción más popular ya la conocía pero la asociaba a la incomparable Bebe. Esa sí que vale. A pesar de todo, el genérico sobre muchos grupos musicales me sigue sirviendo. Vale.

martes, 9 de septiembre de 2008

NI A ÉL

Oigo desde mi habitación los sonidos que suben al aire desde la Plaza Mayor de Béjar. Es la traca final de la fiesta, de estas fiestas que para mí no lo han sido ni de nombre porque no he sabido nada de ellas.

Repaso el día y compruebo que apenas me ha dado de sí. La atención que requiere mi madre es demasiado grande y a ella le he dedicado muchas horas. Cómo he echado en falta la ayuda de Angelines. Entre Nena y yo nos hemos repartido los quehaceres, todos monopolizados por sus atenciones y, sobre todo, por sus idas y venidas sin tregua por esos mundos que solo ella conoce. A ellos va y viene sin aviso y sin continuidad. Los que habitamos solo en uno nos encontramos desconcertados y sin saber cómo actuar. La paciencia y un poco de amor son el sustento. Yo necesito toda la paciencia porque carezco de ella por completo; espero suplirla con un poco de amor pues de otra manera sería casi imposible. A pesar de todo, nos hemos atrevido y hemos paseado con carro por varias calles de Béjar, al amparo del sol y con las quejas de cierto vientecillo que molesta a los cuerpos sin apenas defensas caloríficas.

En fin, un día más, denso, próximo y de prueba. Inevitable para mí pensar en las razones y las sinrazones de demasiadas cosas. Otra vez el mal y sus fundamentos, el dolor y sus causas, el paso del tiempo y su falta de explicación. Vuelvo a pedir que no se me repitan tan machaconamente algunas verdades que me duelen tanto. Parece que reclamo al maestro armero. O, a lo mejor, ni a él.

lunes, 8 de septiembre de 2008

DEVOTA DE FRASCUELO Y DE MARÍA

Me acabo de sentar en mi terraza. Es noche cerrada. Abro la ventana y hasta ella llegan los sonidos de un concierto que suena en el recinto festivo. Es el día de la fiesta grande en Béjar. Este año ni siquiera he ido a ver unos minutos cómo anda el ambiente en las casetas ni en las atracciones infantiles. No me preocupa en absoluto pero comprendo que no es lo normal. Anda uno demasiado alejado de las preocupaciones y de los intereses de demasiada gente.

Hoy mismo suenan voces, no sé si sonidos, de un grupo que se hace llamar Los Delincuentes. Seguramente se escribirá con K y, por supuesto, están “en concierto”. No sé absolutamente nada de ellos ni tengo el menor interés en conocer nada. Los jóvenes corean la letra de una de sus canciones, la que suena ahora. Pienso en lo alejado que ando de esos mundos. Y me preocupa porque a diario tengo que cruzar mis trabajos con los intereses, o con la falta de intereses, de esos mismos muchachos. ¡Son tan diferentes nuestras escalas de valores! Y no tiene demasiado sentido el esfuerzo por ponerse “a su altura”. ¿Para qué? ¿Quién me asegura que sus devociones y sus diversiones son mejores que las mías? Resulta evidente que la escala de valores con la que yo trabajo y que trato de transmitirles tiene poco que ver con la que desde esos escenarios se les traslada. Un ejemplo me sirve. Me juego ciento contra uno a que en la letra de cualquier canción que cantan los de ese grupo se pueden encontrar, si es que están editadas en disco, al menos quince o veinte errores ortográficos, de concordancia, anacolutos, faltas de conexión y otras menudencias. Nada de eso importa. O no parece importar. Es más, casi supone un timbre de gloria para ellos y para los jóvenes que se entusiasman con sus esquemas. Algo falla. Seguramente yo también. Propongo analizar juntos qué pasa con estas contradicciones. Lo he propuesto muchas veces. También a estos y a otros jóvenes. No quieren entrar al trapo.

Acaso hay tiempo para todo, aunque no entiendo cómo se puede desdoblar de esa manera la personalidad. O la falta de ella.

Por la mañana, cientos o miles de personas han subido hasta el Castañar, en otra costumbre que tiene mucho que comentar y que discurrir. También en Béjar, las fiestas no se conciben sin misa, procesión, toros y verbena. Es nuestra piel de toro. Alguien la llamó la España de charanga y pandereta, devota de Frascuelo y de María.

Pues eso, coño, pues eso.

domingo, 7 de septiembre de 2008

TUS DÍAS SON MIS GOZOS

Tus días son mis gozos y su falta será causa de llanto. Hoy cumples años, madre. Prefiero no contarlos. La más simple estadística empieza ya a excluirte de todos los recuentos. Qué duros pedernales son los números. Ayer tuviste a muchos de tus hijos en torno de una mesa. También vinieron nietos. Te besaron, cantaron en tu honor, se hicieron fotos. Y tú los observabas con todo el ruido a cuestas, con cara de cansancio pues los ruidos hicieron mella en ti. Pero estabas contenta, se te notaba mucho. Aunque perdiste la noción del tiempo e hiciste tabla rasa cambiando la noche por el día. Si lo sabré yo, madre, que estuve muchas horas a tu lado, oyendo tus palabras inconexas, en duermevela largo, interminable.

No pasa nada, madre, hoy es tu cumpleaños. Has tenido la suerte de rescatar del tiempo una buena cosecha de años y de días. Y vas cerrando un ciclo largo, bien largo. Vamos a estar contentos por vivirlo reunidos. Ya sabes que me cuesta, en estos casos, ser demasiado explícito y que me refugio en el silencio. Pero sabes también que no me guardo ningún cariño. Hoy quiero regalártelos todos con un beso muy grande.

Y yo me haré mayor,
Y te volverás niña
-Otra vez-
Cuando el tiempo se olvide de medir
Las horas y las noches;
Y entonces me darás tú los besos,
Te enfadarás conmigo
Por no dejarme ser como tú eres,
Y acaso no comprendas
Mis decisiones últimas.
Pero estaré contigo,
Siempre estaré contigo, aunque te enfades
Y yo me ponga amargo algunas veces.

Te pido un anticipo de perdón;
Yo bien sé que tus fondos no se agotan
Aunque pida reintegros cada día.

viernes, 5 de septiembre de 2008

¿QUÉ ME QUEDA QUE HACER EN MI DEFENSA?

Parece que hay periodos en los que el futuro arranca los jirones del presente y se los lleva hacia su terreno. O acaso lo que hace es darnos pistas de lo que nos espera. Porque el futuro anuncia el territorio de lo desconocido, pero va adelantando los mojones, va poniendo los hitos, señala los rumores y, a veces, hasta adelanta los ecos.

Es en esos momentos cuando uno se siente menos uno, tal vez agota menos los zumos de lo que tiene delante y se amilana pensando en otros territorios, que son inevitables pero que todavía al menos no son. Si los rumores apuntan negativo, el caso es más pesado. Pero sirve el esquema también para el futuro más gozoso. Todavía no es que es lo importante. Recuerdo las palabras del filósofo: “Lo que es siempre será y lo que no es no será nunca”, que me sitúan en otras dimensiones. Tendría que darles crédito y adaptar mis acciones y mis sentimientos a lo que representan. Entonces, si lo que es será siempre, ya está siendo en el presente también lo del futuro.

¿Qué me queda que hacer en mi defensa? Acaso modular esa presencia, dar esquinazo a tiempo, llenarme de presente y de otras luces, saber que en ese caso también lo del presente y del futuro se instala en el pasado porque pertenece al siempre, y serenar el pálpito, y entender cotidiana cualquier cosa, y ser feliz a medias como todos, y engolfarme en la paz de un niño grande, y saber que, a pesar de los pesares, la vida es siempre un gozo y quiere que la viole a cada instante con sus pequeñas cosas, esas en las que me refugio como único credo razonable, y volver a mirar en mi terraza los rayos mortecinos de este otoño incipiente, y pensar que esas fiestas de ahí abajo son un poco mis fiestas, aunque no participe de sus actos, y, en fin, pulir los días, fundírmelos del todo, que noten mi presencia por exceso, que les dé la tabarra a cada instante y que sepa reírme con lo que va de humilde y envejece como si todo fuera inevitable.

Estamos en septiembre. Es el día cinco. Hay nubes en el cielo y el aire se menea en el espacio como si quisiera dar fe de su presencia. La gente menudea por las calles, sin rumbo prefijado. Como yo, como todos. Hay lo que hay, amigo.

jueves, 4 de septiembre de 2008

YO SIGO AQUÍ EN LA BRECHA

¡He visto desfilar a tanta gente! Es lo que tiene el paso de los años cuando se fija residencia y curro en un mismo lugar. Yo decidí hace tiempo, mucho tiempo, hollar estos lugares sin límite de años ni de días. Y aquí sigo en la brecha. En estos institutos de provincias, desperdigados en los medios extremos, la gente sigue siempre su camino. Es este un lugar de paso en busca de la ruta salmantina, con billete de ida y vuelta comprometido desde el primer día. Son muchos los profesores que dejan sus horas y cuidados en el asfalto de las carreteras. Yo creo que la enseñanza se resiente con esta situación. Cuando llegan los meses de septiembre, siempre hay un grupo que cede su lugar para otros nuevos, el claustro se refunda y siempre se renueva con otras caras nuevas y distintas. Es este tributo inevitable al espacio y al modo en que vivimos. Ya digo que no me gusta la situación pero la entiendo en quienes la practican.

Son muchos cada año, y son muchos los años. Multiplico y me salen cifras altas. De muchos ni me acuerdo, tengo que ser sincero; a algunos no logro conocerlos ni cuando el curso es curso. Reconozco mi culpa en lo que la tenga, que no es solo mi culpa. Otros sí dejan huella. Por el paso del tiempo, por la palabra amable, por esa sensibilidad que se descubre en cualquier detalle, por esa comprensión en los momentos bajos, coño por muchas cosas. Me despedí de Ana esta mañana. Ana Raquel llevaba muchos años con nosotros y creo que era sensible a ciertas cosas que a mí me consolaban. Le dije adiós con un beso bien fuerte. Y la recordaré. También le dije adiós a Santi con un vaso de zumo. Nunca llegué a decirle que no escucha muy bien y que es bueno escuchar cuando de habla. Pero es un tipo majo y me cae bien. A Ana y a Santi les dejo aquí un abrazo, limpio como un ampo, Ana, limpio como un ampo. Se marchan otros pocos pero no los recuerdo como a estos. Vendrán a ocupar sus puestos nuevas caras, se oirán por los pasillos nuevas voces, se mezclarán diversas opiniones, y se irán otro septiembre como os vais vosotros este día.

Es una muesca más del paso inevitable de la vida, del tiempo que se aleja y que nos mira con cara de carnero degollado. Tampoco pasa nada. Quién dijo miedo. Otros claustros se abren a vuestras enseñanzas, otras voces y caras os esperan. Buen viaje. Dejadme un rinconcito en vuestras cosas. Y un abrazo.

DE CAL Y ARENA

De nuevo a la tarea discontinua de los libros, las notas y las aulas. Un día toca examen, el otro alguna nota, cualquier otro momento pensar en la estructura que sostiene este circo. Qué sistema tan tonto y tan oscuro. Un ejemplo reciente y verdadero. Alumna que en el curso suspende cinco asignaturas. Consecuencia de lógica elemental: repetición de curso: lo que no se ha aprobado en nueve meses malamente se va a superar en menos de dos. Realidad de septiembre: cuatro asignaturas aprobadas y una suspensa. La lógica se rompe y esto no hay quien lo entienda. Pero hay más. La susodicha muchacha se ha pasado un mes en Inglaterra trabajándose su inglés (no era la primera vez que iba). La asignatura que suspende de las cinco es precisamente el inglés. ¿Cómo se come esto? ¿Qué pasa con ese profesor/a concreto? ¿Nadie puede evaluarlo y suspenderlo mandándolo/a a casa un añito sin empleo ni sueldo? ¿Qué puede deducir esa muchacha? Al menos estas dos cosas: a) El próximo invierno va a trabajar su padre, que yo con menos de un mes en verano me las arreglo. b) El próximo verano va a ir a Inglaterra el padre de quien yo me sé porque yo me quedo en la piscina tomando el sol.

Recojo solo un caso que alumbra la bobada y la injusticia. Es un caso real como otros tantos. Cada cual que decida y actúe. Yo reniego del sistema en el que ando metido, me vuelvo a mis cuarteles y actúo como creo y no como es costumbre.

Ayer comí comida bien sabrosa. Quiero decir en buena compañía. Un grupo bien nutrido de gentes de la creación se reunió en Béjar, al amparo de las sombrillas de Piel de Toro y como respuesta a la llamada de LFComendador y del Ayuntamiento de Béjar, con vistas a dar forma a un encuentro literario de campanillas para el próximo año. La cosa anda aún verde pero hay mucha materia a la que darle forma. Me gusta el proyecto y prestaré mi apoyo y mi pequeña ayuda. Nunca he sido ningún organizador habilidoso precisamente, pero alguna idea aportaré y también el esfuerzo que pueda. Me parece que esta ciudad se lo merece y sería bueno dar continuidad a algún encuentro de creadores cada año. La idea tomará forma, pero un buen boceto ya se ve en el espacio y en el tiempo. Todo se irá tejiendo poco a poco. Aunque no soy amigo de sucesos extremos ni de nombres famosos, empujaré los huecos para la gente normal y más cercana. En fin, ya iremos viendo.

martes, 2 de septiembre de 2008

A PESAR DE TODO

MI primer contacto con las aulas. Finísimo y delgado. No soy hombre que crea en la bondad o en la maldad de los suspensos ni de los aprobados. Sencillamente me parecen obligaciones del sistema que procuro eludir en cuanto puedo. Resumir la educación de un curso a un simple suspenso o a un aprobado con número incorporado sencillamente me parece de tarados mentales. Por eso ya solo practico los suspensos con aquellos que voluntariamente se excluyen a lo largo del curso y muy poco más.

A pesar de todo, el sistema es el sistema, y yo estoy dentro de él, como de él y contribuyo con él. Y suspendo a alumnos. Pocos. Muy pocos, pero a algunos. Cuando llega septiembre, mis exigencias se vuelven aún más leves y minúsculas. Ellos lo deberían saber. Pero lo ignoran. Tan escaso es su esfuerzo y tan leve su implicación. Cuando he llegado esta mañana con mis papeles al aula, me he encontrado con que casi nadie se presentaba a cubrir el paripé del examen. Y no creo que nInguno lo haya hecho por valentía ni por enfrentamiento con el sistema. No, claro que no. Sencillamente la vida los ha llamado durante estos dos últimos meses por otro camino acaso más jugoso para ellos. Aunque ello les suponga repetir curso y perder un año. Me cuesta creer en la bondad de tal decisión, o más bien en el arrastre de esa vagancia, pero así están las cosas.

Así que, renegando como reniego de muchas de las interpretaciones que de la educación hacen muchos de mis colegas, vengo en proclamar que existen muchos alumnos a los que sencillamente les resbala el esfuerzo, la concentración y el aprendizaje. Y, de este modo, resulta peor el remedio que la enfermedad.

Como no hay mal que por bien no venga, me regalo en la idea de lo sencillo que es corregir lo que no está escrito y volver a sumergirme en otros días de perspectivas anchas, al amparo del calorcillo de septiembre y al cuidado constante de mi madre, que por momentos recupera brevísimos instantes de lucidez memorables y enternecedores.

A lo lejos suenan día y noche los puestos de las fiestas de esta ciudad estrecha. No los conozco y no sé si tendré tiempo de acercarme algún día por allí. Tampoco es malo el sonido desde la lejanía. Así es mi fiesta.