martes, 30 de noviembre de 2010

LA NIEVE DE LA MEMORIA

Sigue cayendo lentamente la nieve con una cadencia dilatada y esos copos esponjosos depositan en el suelo la premiosa razón de la memoria. Qué lentos son los copos y qué albas se disfrazan las espaldas del suelo. Miro con ojos lentos también ese descenso y me sumerjo entre los algodones infinitos que se deshilachan tiernos cuando se acercan, como si fuera a una cuna, a este suelo más pardo y escarchado.

Hace frío en la calle pero aquí dentro todo está más templado. Tal vez cada uno de esos copos busque refugio y abrazo entre todos nosotros. Desde ellos y en cada uno mi memoria viaja, también pausadamente, a las horas de otros días y a la presencia azul de otros seres pasados. Aunque estoy refugiado en mi terraza, siento que me disuelvo en el recuerdo, en el fondo vagaroso de mis evocaciones. Es una nube solo la que trae tanto ampo, tan blanco copo, tanto soplo de luz en sus rizos de espuma.

El suelo está tornándose muy blanco. Todo está ya puro y transparente. Sobre ese limpio asiento, sigue tenaz la nieve, la nieve de la memoria, la memoria de la nieve.

Allá en lo alto, en el lomo alargado de la loba, se quedará mostrando sus espejos, sus ataduras blancas, su evocación del tiempo más hondo y esencial, su permanencia última, su limbo y su cansancio. Después iremos todos a purificarnos en sus frías blancuras, a sentirnos más libres en la altura, a desnudarnos de todo lo imperfecto y a sentirla rozando tiernamente nuestros cuerpos: es una diosa limpia y bien dispuesta para cualquier abrazo.

Ha parado un momento su caída, se ha tomado un respiro para que yo la sienta y la medite, para que todos vean que es un bien muy preciado, para sentir el mundo de otra forma, para anular el iris y someterlo a blanco, para dar más sentido a las aceras, para usurpar el fin de este noviembre, para que el río se arrugue y se esconda en el fondo, para ocultar la luz porque la luz es ella.

Ya el campo, todo el campo, está adornado con vestiduras blancas. Tal vez es porque el tiempo anuncia boda con el que quiera amar a todo el ciclo que nos hace nacer el eco eterno de la memoria viva en esta nieve, en esta nieve de la fiel memoria.

Yo me quedo un buen rato meditando en el mundo borroso de mi oscura memoria. Y cómo se me aclara en un momento. Allí enfrente, regados por el beso de la nieve, los que son mi reciente memoria, mi más firme memoria, mis eslabones próximos, mis ecos y mis voces, mis alientos. Todo en tan poco espacio y para siempre. Qué temblor tan intenso, qué agitación tan dulce. Más allá, la memoria que se esparce en tanto cuerpo al aire.

La nieve me ha traído, nunca sabré la causa, el valor y el sabor de la memoria, de esa memoria en la que cualquier día también me iré volando al fin con otra nube que lleve mi resumen hasta cualquier rincón donde haya tierra.

El campo está sereno. La nieve, que ha cuajado lentamente, se diluye en el suelo. Su huella va escondiendo, uno a uno, cada soplo de amor y de memoria. Es la memoria entera y sempiterna que se funde en la tierra con nosotros. Y nosotros con ella.

Hoy nieva en estas sierras bejaranas. Hay un lento vaivén de ropas blancas, de algodones, de luces, de memoria. Quiero hundirme con ellos en donde fieles se guardan los recuerdos.

lunes, 29 de noviembre de 2010

DE LA CULTURA-MUNDO

Hoy, veintinueve de noviembre, víspera de san Andrés, cedo la palabra a Gilles Lipovetsky y a Jean Serroy, me siento a mirar, a escuchar, a asentir y a decir comoestaelmundodiosmiocomoestaelmundo:

“El hipercapitalismo se impone haciendo retroceder la fuerza estructuradora de las ideologías, las fuerzas sociales, las instituciones que durante mucho tiempo han funcionado como amortiguadores que ponían límites al empuje del mercado. La Iglesia, el socialismo, el Estado republicano, la nación, la escuela, las culturas de clase, nada de esto constituye ya un contrapeso real al reinado absoluto del mercado. Estos sistemas siguen en pie, pero cada vez más redefinidos, reorganizados, inmersos en las lógicas de la rivalidad, la competencia y la eficacia que se alzan como matriz y clave de la bóveda de la organización de nuestro universo social. El hipercapitalismo señala la omnipresencia y omnipotencia del homo oeconomicus, la ampliación del modelo del mercado a esferas hasta entonces alejadas del dominio comercial. Por esta universalización, el hipercapitalismo aparece, en sentido paralelo a su planetarización, como una cultura-mundo.

El triunfo del hipercapitalismo no es solo económico, también lo es cultural: se ha convertido en el esquema organizador de todas las actividades, el modelo general de actuar y de la vida en sociedad. Se ha apoderado del imaginario, de los modelos de pensar, de los fines de la existencia, de la relación con la cultura, con la política y con la educación. ¿Adónde envía hoy la burguesía a sus hijos? Más a las escuelas de comercio que a la École Normale Supérieure, más hacia el comercio y las finanzas que hacia las letras, la historia e incluso las ciencias duras. La cultura de los negocios ha conquistado su título de nobleza: ya no es desdeñada por los “herederos”. Triunfar es ganar en el mundo de la competencia y ganar dinero: el modelo del mercado se ha interiorizado completamente, infringiendo el antiguo tabú del dinero. En adelante todo se piensa en términos de rentabilidad y performance, de maximización de los intereses, de cálculo individualista de los costes y de los beneficios. Ni siquiera los artistas que, para una concepción romántica, encarnan el antagonismo entre el talento y todo sistema establecido, vacilan ya, después de Warhol, en incluir sus competencias en las estructuras económicas vigentes, en trabajar para las empresas, en crear para la publicidad, En nuestros días, la fortuna y sus signos exteriores se exhiben sin reparos; el lujo está de moda; los medios clasifican a los más ricos, hacen publicidad de las cotizaciones multimillonarias de las estrellas, dicen cómo pagar menos impuestos.

Ningún pensador ha reemplazado a Marx y no existe ya ningún sistema de pensamiento cuyo programa contemple la destrucción del mercado. ¿Qué ideología predica hoy la salida del mundo de la iniciativa privada y la competencia? Las críticas que se oyen y que de hecho se multiplican no hacen sino situarse en el marco de una economía de mercado, que hay que regular. El hipercapitalismo es el sistema que, por primera vez en la modernidad, se desarrolla sin auténtica competencia, sin alternativa creíble. El economicismo, la competencia y el espíritu de eficacia jamás se habían impuesto tan ampliamente. El hecho está ahí: el espíritu de la época se ha convertido al espíritu del capitalismo y funciona como una cultura sin fronteras, como una cultura-mundo.” De “La cultura-mundo; Pgs. 41-42.

“Si lo dijera yo, se me podría tachar; más lo dice el filósofo…”

Así andamos. Ya lo decía al principio: me siento, leo, rumio, medito, asiento, me pongo de mala leche, me confirmo en lo que pienso, me descubro impotente y poca cosa, me vuelvo al silencio y, de vez en cuando, suelto la voz por lo bajini, como para consolarme un poquito. Luego todo vuelve a ser lo mismo. O parecido.

domingo, 28 de noviembre de 2010

UN SUEÑO TURBADOR

Qué calentitas son las noches del otoño-invierno cuando uno se esconde al calor de la casa y al abrigo de algún cariño o afecto duradero. Y qué frías las calles solitarias cuajadas por el frío y por la escarcha. A veces uno duerme bien pegado a esas sábanas, tersas y onduladas, que no permiten que se marche el calor a otros lugares y que van creando un pequeño y mullido rinconcito en el que te vas entregando a lo impreciso, hasta dar con tus huesos y con lo que te quede de conciencia en el reino de lo ambiguo, oscuro e indefinido. Entonces ya no te perteneces y quedas al amparo de lo que te mantiene en stand by hasta que por la mañana algo te recupera para la conciencia y para la reanudación del mundo de la otra realidad de lo concreto, lo claro y lo definido.

En el extraño mundo de la noche, uno se deja llevar, sin oponer ninguna resistencia, a mundos aparentemente inconexos que alguien ha tratado de explicar como continuaciones del mundo de los días y de la conciencia, aunque con leyes especiales. Dejémoslo estar.

Uno de estos días soñé algo turbador. Y digo que soñé porque por la mañana me vi en el mismo contexto que el del día anterior y sin que nada de lo que vi entre nieblas se hubiera convertido en realidad.

El sitio era solemne aunque pobremente adornado. La expectación, intensa. El salón, hasta arriba. Todo eran cámaras y micrófonos. Las primeras filas se habían reservado para todos los principales representantes del Gobierno. De pronto, tras un interminable séquito, apareció la figura del Presidente con aspecto serio y algo encorvado. Subió a la tribuna, extrajo de su bolsillo unos papeles y comenzó a leer:

“Hay circunstancias que exigen a los gobernantes tomar medidas excepcionales. Hoy estamos ante uno de esos casos. La situación del país se ha vuelto insostenible. Según las leyes del mercado, nuestra capacidad para devolver los préstamos que nos dan se ha vuelto inexistente. Ha sido siempre nuestro interés actuar desde el principio que sostiene la supremacía de las decisiones de las personas sobre los poderes económicos, el dominio de las voluntades expresadas en las urnas sobre las decisiones de los consejos de administración de las empresas y de las corporaciones económicas. Es evidente que no lo hemos conseguido y que otra realidad diferente se ha impuesto a nuestros deseos. Solo se nos ocurren dos posturas ante esta realidad ineludible, o la dimisión, para que otros se encarguen de seguir los dictados del libre mercado, o la revolución. Preferimos en esta situación la primera, pero no estamos dispuestos a encabezarla porque nos parece una deshumanización absoluta y porque no queremos dirigir algo en lo que no creemos.
De acuerdo con estas consideraciones, en estos mismos momentos presentamos la dimisión y damos paso a otras personas dispuestas a encabezar los cambios necesarios para salir de esta crisis que nos aqueja”.

No se admitieron preguntas ni el Presidente se prestó a aclarar ninguna de las palabras del escueto comunicado.

Aún no habían pasado diez minutos y ya se habían producido dos hechos bien diversos: la bolsa había subido el tres por ciento y en algunas esquinas se escuchaban las voces de grupos espontáneos que se acercaban a las entidades bancarias con caras de pocos amigos y con los ánimos exaltados.

Los sueños no duran eternamente. Este tampoco. Me desperté turbado y sin saber en cuál de estos grupos me había parecido atisbar mi propia figura. Una buena ducha y un buen desayuno me calmaron un poco. Solo un poco.

sábado, 27 de noviembre de 2010

LAS OTRAS REALIDADES

LAS OTRAS REALIDADES

La rosa y el abeto, la soledad, el tiempo,
una nube que pasa sin solidez ni calma,
el grito de un enfermo en el dolor, la luna
plateada en el cielo del otoño,
el altivo mirar de las farolas, un deseo
furtivo que se cuela en los sueños,
un libro, tus miradas, la inercia de las noches
con sábanas que ocupan demasiados espacios,
despejar los lugares en los que todo vuelve
y se repite con el rumor de lo que suena a nada…

De todos las confusas realidades
que me presenta el tiempo y que me da el espacio,
solo indago en aquellas
que dan sentido y anclan mi existencia;
acaso solo existen como una realidad intermitente,
como un bálsamo gris en superficie, salpicado
como un ungüento de barniz al uso.
Pero al menos existen.

Las otras, las demás, las infinitas
realidades externas se me pierden
en el reino difuso de la mediocridad, en las cloacas
que renuncian al mundo de la luz,
en las áreas perdidas, postergadas,
del mundo subterráneo. En su conjunto
forman una existencia desvaída
para el torpe trabajo de mi pensamiento.

Soy refugio y excusa, receptáculo
de un corto recetario en el que habita
una torpe y sencilla realidad
que desdibuja y deja a la intemperie
al resto de la vida y la existencia.

viernes, 26 de noviembre de 2010

LOS TÓPICOS

La convivencia se me ofrece imprescindible y a la vez casi odiosa. No entiendo -ya lo he dicho muchas veces- ni siquiera la definición del ser humano sin la existencia compartida, sin pregonar la vida a coro, sin repartir el aire que circula, sin ordenar las horas en total comandita, sin calcular pensando que hay muchos a mi lado, sin molestar el paso de todos los demás, sin asomarse al tiempo y ponerle fechas juntos… Y a la vez sin plantarse una careta para poder refugiarse en uno mismo, sin aislarse del ruido y de ese inmenso caos que puebla cualquier parte, sin exigir un sitio donde caerse muerto con algo de sosiego, sin saborear los aromas de la hermosa soledad…

En esa convivencia inevitable, odiosa y a la vez enternecida, tratamos de reducirlo todo a algunas coordenadas que no nos ahoguen en los métodos y que nos dejen correr sin más conciencia por la vida. Por eso nos ahogan las leyes cuando son muchas, por eso iríamos todos a la cárcel si la legislación se aplicara en toda su extensión, por eso los poderosos se sitúan en la desigualdad con su legión de abogados que les buscan las vueltas a las leyes para que siempre les favorezcan -todo dentro del precepto y del articulado, por favor, y sacando pecho de cumplidores y sociales-, por eso circulamos al borde del rechazo y de la anomia, por eso hay que invocar tanto y tantas veces el valor de la buena voluntad para solucionar conflictos…

Esa reducción corre el peligro de fosilizar leyes y costumbres que, en el vértigo de la vida, se dan por buenas y se convierten casi en axiomas que nadie discute. Sería apasionante conocer el camino de influencias que ha recorrido cada una de esas afirmaciones y cómo ha llegado a cristalizar en un diamante bruto de difícil modificación. Hoy no me paro en eso, pero lo intuyo apasionante. El caso es que, por el camino que sea, hay principios que no se discuten y que se dan por hechos, se invocan en cualquier momento y sirven lo mismo para un roto que para un descosido.

Anotaré alguna consideración acerca de uno, tan de moda en estos tiempos de crisis, pero de uso casi universal en tiempo y en espacio. Enseguida lo puede reconocer cualquiera por frecuente. Se formula, más o menos, de esta manera: “Los únicos que crean riqueza y puestos de trabajo son los empresarios privados.” Del tópico inmediatamente se deduce la prioridad que ha de darse a todo tipo de ayuda y subvención a la iniciativa privada y la retirada de todo miramiento a la iniciativa pública. Es lo que se busca con ello, claro. En este tópico andamos instalados y a nadie se le ocurre levantar la cabeza y al menos poner cara de extrañeza.

A mí la realidad de mis sentidos, esa suma de cositas que trato de llevar al cauce del sentido común, me dicta lo contrario. Será que ando muy torpe y se me van los años en alzheimer; qué le vamos a hacer. Pero veamos. Hecho la vista a la calle y veo que a mí me ha dado trabajo el Estado, es decir lo público, es decir, los impuestos de todos los ciudadanos. Miro un poco más lejos y veo en mi familia muchos casos de obreros del Estado, en mis mismas condiciones. Me aventuro y me pongo las gafas de lejos y no veo otra cosa: muchos de mis amigos o conocidos han dependido o dependen de la organización social llamada Estado. Y sigo en la mirada y me salen organizaciones de todo tipo en las que trabajan personas que dependen en sus nóminas del Estado, o sea, de la empresa pública. Me adentro en la teoría y ya me caigo al suelo pues contemplo el vocerío de tantos que claman por adelgazar el peso del Estado. ¿Será porque lo tiene?, me pregunto. ¿Por qué mienten, entonces, de manera tan brusca? Pienso en algo tan antiguo -eso dicen ellos- como la plusvalía y me encuentro con que quien la genera es siempre el obrero. Salgo un momento al parque y veo los paseos llenos de gente mayor que depende de pensiones que paga papá Estado.

Y sigo con la eterna melopea y me sale algo absolutamente diferente a lo que todo el mundo da por hecho. ¿Cómo que solo crea trabajo la iniciativa privada? ¿Y todas las empresas públicas? ¿Y las obras públicas que nadie las haría de otro modo? Me río cuando oigo que un Presidente ha bajado o subido las pensiones, por ejemplo. Si así fuera, si todo fuera tan burdo y simple, yo estaría eternamente agradecido a los presidentes que me han mandado nómina con la que llegar a fin de mes desde hace varias décadas, y todos los jubilados, por ejemplo, deberían andar erigiendo altares al mandatario de turno. ¿Por qué hay que ser tan zafios, tan burdos, tan analfabetos, tan egoístas, tan torpes, tan groseros, tan palurdos, tan vulgares, tan ineducados y tan incultos? ¿Por qué no razonar con algo de cordura y de verdad? ¿Por qué no argumentar si el Estado tiene que asumir tal o cual tarea y en qué condiciones? ¿Por qué no analizar de qué manera se teje una sociedad más solidaria y más justa? ¿Por qué dejarse llevar sin más por algo que no resiste apenas un análisis sencillo y una mirada seria? ¿Qué solo crea trabajo la empresa privada? Por favor, no insulten ni proclamen el reinado del analfabetismo. Y perdón por el tono de estas palabras. Y si a alguno le diera por venir argumentando con eso de los puestos de trabajo productivo, que empiece por eliminar a todos los directivos y compañías que no se dedican a cultivar tomates ni cebollas sino a especular y a mover los mercados a su antojo y en su beneficio. ¿Qué trabajo productivo realiza un banco si no es el de traficar con el sudor de los impositores? ¿Alguien puede negar que no es al menos tan productiva la enseñanza o la sanidad, aunque no produzca tomates directamente?

Si la inercia de la vida nos obliga a reducir esquemas, que no nos apabullen al menos y que de vez en cuando podamos plantearnos cualquier base y fundamento en los que cimentamos nuestros días. Por si pudiéramos darle un sedimento un poquito más sólido a este camino incierto.

jueves, 25 de noviembre de 2010

VIOLENCIA DE GÉNERO

Cada año, por estas fechas, se celebra el Día Mundial Contra la Violencia de Género. Es uno más de estos símbolos en los que nos movemos y que ayudan, solo en escasa medida, a ir limando aristas en un asunto que no se arregla ni por decreto ni de un día para el siguiente. Una asociación de mujeres me había invitado para que les leyera algo. No ha podido ser porque tenía que estar en otro sitio a esa misma hora.

Es caso arduo este de la violencia llamada de género y abarca demasiadas variables como para que la solución se atisbe próxima. Voy a citar solo dos variantes, de muy diverso origen, pero de semejante dificultad, según me parece, y que acusan, por separado, en un caso a los hombres y en otra directamente a las mujeres.

Ahí va la primera. ¿Cómo se puede arreglar esto en poco tiempo si venimos, por ejemplo, de una cultura religiosa absolutamente dominante en la que la mujer ha tenido siempre una función totalmente secundaria? Y esa cultura religiosa, cristiana y católica para mayor concreción, ha anegado toda la vida de esta sociedad española y occidental. ¿Qué valor se le ha dado a la mujer si no ha sido la de recluirla en casa y la de aconsejarle siempre la resignación y el perdón en los casos de abuso masculino? ¿Acaso no tiene todavía hoy repercusión esa “educación” en la diferente manera de comportarse unas y otros en las infidelidades o en las actividades laborales? Como en esta situación la ventaja parece que se inclina hacia el hombre, habrá que achacarle mayor parte de culpa y habrá que exigirle mayor grado de implicación en el cambio de tendencia. Pero sería bueno que no nos quedáramos en lo emocional del rechazo inmediato sino que buscáramos las causas últimas que explican los hechos. Ahí hay una variable, solo una, pero creo que muy importante.

Y aquí la segunda. Me produce un sentimiento muy difícil de explicar, porque tengo que utilizar los rodeos, cualquier situación en la que la mujer se manifiesta sin remilgos como si fuera un trofeo que el hombre tiene que conquistar y aquellas otras en las que, sin pudor, se manifiesta dispuesta a cualquier impulso amoroso según con qué varón y según con qué personaje, fundamentalmente del mundo del espectáculo. Me da vergüenza ser más explícito porque no quiero señalar nada concreto ni equivocarme del todo pues sé que estoy tocando un polo muy sensible, pero creo que cualquiera me puede entender.

Si tuviera razón en lo que aquí esbozo, ¿qué esquema de sumisión es el que se está defendiendo?, ¿no será el mismo que después se quiere atacar y cambiar?, ¿no andaremos en contradicción demasiado evidente? Una mujer no puede ser un trofeo de caza porque, si no, habría que abrir períodos de veda y organizar cacerías. Tengo la sensación de que muchos seres femeninos se sienten muy bien como trofeos que tienen que ser abatidos, como torres que tienen que ser alcanzadas, como castillos que tienen que ser derribadas. ¿Qué otra cosa es eso de sentirse la mujer más deseada, por ejemplo? ¿Deseada para qué? A ver si nos quitamos la careta de una vez y empezamos a ser serios. Sea cual sea el origen y el recorrido de esta situación, el principal trabajo le corresponde a la mujer para el cambio hacia una igualdad de iniciativas.

Hay mucho que cambiar por parte de todos. Y no es fácil. Quizás lo mejor no sea contentarnos con los instantes emocionales sino analizar sosegadamente las principales variables en las que se arrastra esta pesadilla, rebuscar para hallar las razones primeras y atacarlas desde todos los ángulos y sobre todo en sus raíces. Las mujeres también tienen mucho que decir. Y que cambiar en sus actitudes.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

VENCEDORES Y VENCIDOS

VENCEDORES Y VENCIDOS

Me doctoré en las bajas depresivas
los días en los que el enemigo
me llamaba a la puerta y me incitaba
a ponerme a guerrear en lucha abierta.

Me puse el corazón en cabestrillo
y lo enseñé por todas las esquinas
a quien quisiera ver que todo esfuerzo
se me iba en renegar de mis trofeos.

Me ofrecieron la beca para un máster
con que ganar las cuotas de mercado
que aumentan el prestigio de la empresa
y ascienden el prestigio y el salario.

Tuve ocasión a veces -tampoco demasiadas-
de mirar por encima de los hombros
a algunos que cifraban sus propósitos
en ostentar poderes y en presidir reuniones.

Me declaré rebelde e insumiso,
cartujo del afán y la palabra,
autista en soledad, torpe de oído,
rendido de antemano, condenado
a sufrir el desprecio, el abandono,
a no entender de hazañas ni de gestas
que no tengan que ver conmigo mismo,
con mi silencio y con mi hablar conmigo.

martes, 23 de noviembre de 2010

DE TODO LO CREADO

DE TODO LO CREADO

Cuando mis ojos abren sus pupilas
y se quedan absortas recorriendo
tus perfiles de seda y tus arrugas lentas,
cuando mis manos tocan tus encendidas carnes
y mi mente dibuja los últimos niveles
de tu conciencia y de tus condiciones,
se produce el milagro de todos los milagros.

Yo tomo posesión de una humedad
que andaba entre tinieblas o que acaso
tan solo era un proyecto indefinido.
El verbo se hizo carne y lentamente
adornó sus medidas y tatuó su cuerpo de colores,
presintió la pasión de los sentidos
y habitó entre nosotros.

Tú fuiste la perpetua razón
de dar sentido y fin a esa quimera extensa
llamada realidad.

Desde entonces los dos necesitamos
darnos la mano y dibujar a coro
un futuro cargado de pasado
y un pasado que mira hacia el futuro
con la pasión del mundo enamorado.

Dejar yo de crearte será la irrealidad,
dejar tú de tenerme será volver al día
en el que no existieron los principios
y fue la nada todo porque todo era nada.

lunes, 22 de noviembre de 2010

DE CORBATA

Ahora que los ruidos se han vuelto ecos, ahora que los vientos se han calmado, ahora que el tiempo ha vuelto a sus medidas con nuevos episodios que ocultan los anteriores, ahora que el vértigo de la vida nos ocupa en otras tonterías igual de ineficientes, ahora que el Papa ha vuelto a sus cuarteles de invierno y al lujo de las piedras de San Pedro, quiero dejar nota de un hecho que me parece importantísimo. Como siempre, mucho más por lo que deja de deducción que por el hecho mismo. Se trata de la retirada de la Ley de Libertad Religiosa.

Este Gobierno anda asustado en demasiadas cosas y tal vez quiera concentrar sus esfuerzos y atenciones en asuntos económicos, en procurar la salida de la crisis como sea. Y ese como sea implica la asunción de todo el modelo llamado liberal, con sus normas y mitos, con sus falsas libertades de mercado y con sus injusticias evidentes. Cuando le haya hecho el trabajo sucio y haya puesto en “ordeno y mando” a todo el sistema, vendrán los otros y se aprovecharán de la limpieza para mejorar los grandes números y para apuntalar por otros muchos años la inercia de la injusticia y del todo está bien con tal de que los grandes números sumen lo suficiente. Allá ellos.

En este contexto, el Presidente del Gobierno se achica, se acon…goja y se turba, siente la llamada del espíritu, se cae del caballo y se postra en oración. El resultado es que retira la presentación de esa Ley de Libertad Religiosa. La argumentación ha sido muy sencilla. Y muy tramposa. Esta: “Se propondrá cuando exista un mayor consenso.” Olé tus narices. Qué pensamiento más hermoso, que convocatoria feliz a la convivencia y a la aproximación social, qué espíritu tan abierto y servicial… Qué tontería.

Cualquiera querría firmar la realidad del consenso. Supongo. A cualquiera le gustaría que las normas fueran el resultado de la voluntad común. A cualquiera le encantaría que no hubiera discrepancias. Supongo. Aunque no estoy del todo seguro.
Pero jugar este juego es hacer trampa continuamente. El esquema ya se ha propuesto aquí en alguna otra ocasión. Se desarrolla de esta manera: La derecha política, por principio (son conservadores), tiende a no modificar lo existente; por eso, cuando gobierna no se modifica ninguno de los grandes principios, solo se reforman aquellos que favorecen sus apetencias. La izquierda política, por principio (son progresistas) tiende a modificar lo que existe para transformar la realidad; por esa razón se proponen, cuando gobierna, modificaciones más llamativas y de alcance mayor. La derecha no necesita eso del consenso para modificar nada, sencillamente porque no lo quiere modificar. La izquierda no puede conseguir el consenso porque necesita el concurso de la derecha y esta se niega a ello. De este modo, este juego siempre se juega en el campo de la derecha y con las trampas de los números y de las voluntades. Para colmo, se apropian de la opinión social achacando a la izquierda que no cultiva la política del consenso. Así sucede en este y en todos los casos: educación, sanidad, justicia… Y se quedan tan frescos. Y hasta aspiran a ir al cielo.

Como el Presidente del Gobierno aspire a la buena voluntad del consenso, apañado va a ir y apañados nos va a tener a todos. La retirada de esta ley implica, una vez más, una concesión intolerable a la iglesia católica y perturba, una vez más, el desarrollo de la convivencia social desde unos presupuestos de respeto y de igualdad de oportunidades, de racionalidad y de argumentación.

La inercia es la inercia, y nos sostiene a todos en la repetición de los días de la vida. Pero eso no asegura precisamente ni que tengamos razón ni que lo mejor sea seguir dejándose llevar por la corriente. Por cierto, sospecho que, incluso electoralmente, esta falta de cuajo no favorece precisamente a quien se ha achicado y ha sentido estrechamiento en la garganta. A pesar de todo, ahí los tenéis, perseguidos por todas partes. Pobrecitos ellos.

domingo, 21 de noviembre de 2010

CADA LOCO CON SU TEMA

No tengo ningún interés en subirme a un coche para conducir, pero, si me subo en uno y me hago acompañar por la música que me gusta, me puedo tirar muchas horas al volante sin ganas de bajarme ni de parar. Y la música entre la que he ido pasando los años ha sido y sigue siendo la de los cantautores.

Esta mañana volví a Ávila, a ver a mis hijos y a estar unas horas con Sara. Me volvió a servir de compañía y de atención un disco de Labordeta. Degustando ese vino de reserva que son sus canciones, nos pusimos en Ávila de los Caballeros en un ratito.

Hace tres días me ejercitaba en una práctica en inglés en la que se incluían preguntas acerca de asuntos musicales y del cine. Interesaba más -solo faltaba- la estructura gramatical que los datos, pero se preguntaban cosas como el número de años que habían estado reunidos los Beatles o quién era la mujer de no sé qué director de cine. A punto estuve de levantarme del asiento de soltar un exabrupto y de marcharme para mi casa. ¿A mí qué coño me importa cuántos años estuvieron reunidos los Beatles? Ni lo sé ni me importa un pimiento.

Durante bastantes minutos, se estuvo dando vueltas con los más diversos tipos de música que en el mundo han sido y son. Cada cual aportaba uno. La lista se hizo enorme y casi interminable. Yo me sentí -una vez más- en fuera de juego y como si nada de aquello fuera conmigo. También en música ando en los arrabales y sin ninguna gana de volver al centro del interés común.

No me ocurre lo mismo con los cantautores, que desde siempre me han dejado una pizca de pimienta para mi pensamiento y para mis actuaciones.


En el medio del día volví a oír la noticia de que el Papa empieza a dar paso al uso del preservativo. Estos, como abran la puerta, dejan que se vaya el torrente de una vez, y, lo que es infinitamente más grave, volverán a hacer como siempre, es decir, se alzarán con la patente de la defensa del condón proclamando que desde siempre ellos fueron los primeros en aconsejar su uso. Este personal se las gasta así. La Historia está ahí para repasarla y para dejar a cada cual en su sitio.

Lo cierto es que, cuando escuché el comentario -la noticia ya era vieja de un día-, seguí sin alterarme pues mi tiempo y mis cuidados andan con Sara y su año y medio, con sus cartarritos de los primeros fríos y con sus adelantos diarios en vocabulario y en intereses. Como para atender a otras majaderías andaba yo. Sara me sigue robando la ternura y la atención. No tengo mejor espejo ni mayor satisfacción.


La vuelta la hice y la hicimos otra vez con cantautores y con una inesperada nevada que dejó con peligro el puerto de Villatoro y a mí satisfecho del coche que compré hace año y medio. Todo el susto se quedó en nada cuando me fui acercando a Béjar y comprobando que por aquí apenas habían caído unas gotas de agua. La sierra tendrá que esperar mejores días y más blancas noches. Ojalá vengan pronto, para satisfacción de casi todos. Para entonces acaso la Iglesia hasta haya confesado que sin reparto no hay justicia y que sus ricos no entrarán en el reino de los cielos. Quién sabe.

sábado, 20 de noviembre de 2010

HABITO SIN REMEDIO EN LAS AFUERAS

HABITO SIN REMEDIO EN LAS AFUERAS

Habito sin remedio en las afueras,
allí donde las luces se desdibujan todas
y solo evocan guiños del asfalto lejano.
Por estos arrabales no existen los semáforos
ni circula la guardia de corps
que certifica todo para que todo siga
sujeto al orden y a la ley del miedo.
Nadie enciende las voces ni se somete al eco
de lo que exige su último sentido
solo si alcanza a todo el mundo en el fragor del caos.

También otra ciudad me da la espalda;
es aquella que afirma, niega
y no conoce el reino de la duda,
en el que vivo y siento cada día.

Habito con placer y con ternura
esta casa de campo solitaria
hasta la que no llegan carreteras.

Aquí hay sol y pintura en los balcones,
esencia de romero en las laderas,
luz y paisaje intensos en el cielo,
desnudez en la tierra y blanca nieve
a lomos de una sierra
cuajada en el silencio de la altura.
Aquí un atardecer atardece de veras,
y la noche se torna cristalina
en los otoños fríos de la ciudad dormida,
las aceras se agotan cuando llega el crepúsculo
y vuelven a llenarse de vacío
cuando luce el fulgor de un nuevo día.

Pero, ay, también aquí los arrabales
me dejan con frecuencia en la estacada,
me enfrentan con mi esencia,
me ponen cara a cara, en lucha a muerte
con la duda continua que me habita
en los extraños reinos del tiempo y del espacio.

Aquí sigo varado,
sin ganas de volver a la ciudad con luces
ni de ser triste pasto enmudecido
de las voces del caos,
en diálogo constante
con ese ser extraño “que siempre va conmigo.”

viernes, 19 de noviembre de 2010

"MAPA DE RUTA" JOSÉ LUIS MORANTE

Son muy pocas las personas que me facilitan libros pero he de reconocer que estas son muy generosas conmigo. Cuando considero este hecho siempre digo lo mismo. Conmigo se corren dos peligros. El primero es el de que yo suelo leer aún todo lo que cae en mis manos y, por tanto, los libros que me llegan corren el riesgo de pasar ante mis ojos. El segundo es que, de vez en cuando, aprovecho para tomarlos de modelo y para emitir alguna opinión sobre su contenido. No es seguro que sea muy acertada pero sí va de la mano de un lector insistente.

Ayer me llegó libro desde la Diputación de Granada, colección “Maillot amarillo”. Se trata de la antología poética “MAPA DE RUTA”, del poeta José Luis Morante. Creo que conozco bastante bien y desde hace bastantes años la producción literaria del poeta abulense, hoy en Rivas. No es, por tanto, nuevo el contenido de la obra, salvo algunos poemas finales. Tampoco es hoy el día para emitir opinión que no haya sido ya publicada por mí acerca de este creador que me parece sólido y reflexivo, dominador del ritmo significativo del poema como pocos y conocedor extraordinario de la poesía más reciente en España.

Anotaré versos sueltos que se salen del contexto para venir a verme y a vernos y que me parecen perlas de lo mucho y bueno que hay en las obras de Morante.

.- “Dentro de mí conviven, abocados / a una inmensa rutina sedentaria, / el yo que pienso y otro, el que parezco.” Del poema Heterónimos.

.- “Hoy también ha fallado el desenlace / que vertebra la página del día.” De Aún te desconozco.

.- “Tanto naufragio en verso, / tanta huella en el agua, / tanto demonio suelto entre papeles.” De Sabios consejos.

.- “Y adjetivar la prosa cotidiana / con una terca voluntad de estilo.” De El arte de vivir los lunes.

.- “Todas las calles fluyen dócilmente / al mar de cualquier sitio.” De Una calle vacía.

.- “Hoy tropecé contigo en la penumbra / de una antigua postal…” De Los buenos tiempos.

.- “…Aunque contemple ileso / antiguos edificios maquillados de tiempo.” De Ciudad privada.

.- “El tiempo parecía detenido, / hasta que una acuarela de ceniza / ensombreció el crepúsculo.” De Encuentro.

.- “…a menudo acostumbra / a confundir rutina y existencia.” De El otro.

.- “Con el aire flamante… / de quien contempla el mundo / subida en un tacón.” De Postal nocturna.

.- “Y las más, me llegaban sus dictados / lejanos, gaseosos, transparentes, / como el dulce sopor de las adormideras.” De Vocacionales (referido a profesores).

.- “Y fue la asignatura inaccesible / que todos suspendimos y aprobamos / en turbadoras noches de andar lento / que perdonaban los confesionarios.” De Vita nuova (referido a una profesora).

.- “Aquel desnudo blanco en la piscina / que se tendía al sol con indolencia / a la espera tenaz del cuerpo a cuerpo.” De La casa de enfrente.

.- “Al regresar los montes precintaban / con sus gibas inmensas / el óvalo rosáceo de la tarde.” De Iniciación.

.- El sueño: “El generoso don / que la fatiga obtiene de la noche, / el envés de una historia / cotidiana y absurda / … / Sé también que hay sueños tan hermosos / que el tiempo los indulta y perseveran, / y no envejecen nunca.” De Acerca del sueño.

.- “Causas y efectos pasan, se suceden. / Articulan el tiempo. Y eso es todo.” De Causas y efectos.

.- El desierto: “Crestas de dunas forman a lo lejos / andamiajes de un muro divisorio.” De Nómadas.

.- “El último cliente se ha exiliado / en un rumor de lluvia; / parece sometido / a un interrogatorio en tercer grado / y narra con acopio de detalles / las rutilantes vidas que no ha sido.” De El último cliente.

.- “Una estrechez de miras encomiable / por cuyo territorio / repta obsesiva la monotonía.” De El conformista.

.- “Un rostro seductor, la lejanía.” De Primer tramo.

.- “Abandonar en tierra con alivio / la gastada maleta del pasado.” De Propósitos.

.- “La parda mansedumbre del otoño / duerme el reloj, despierta las palabras.” De Paseo.

.- “Todos los pasajeros enfatizan / los agrestes mensajes, la sintaxis / de una cartografía desplegada / que difunde su magia a pleno sol.” De Viaje circular.

.- “El nuevo día me dará quietud. / Si no encuentra sosiego mi cansancio, / que desoiga mi sed la llamada del limo, / que la oración me ciña transparencia / y tome posesión de los sentidos.” De Juan de Yepes.

.- “Cerca o lejos, mientras existas, soy.” De Razón de ser.

.- “Tenía una belleza subyugante, / uno de esos perfiles cincelados / que indulta la memoria largo tiempo.” De Zona de no fumadores.

.- “Un encuentro venal y rezagado / que no tiene otro sino que perderse / en el raíl del viento y la ceniza.” De Arte de la prudencia.

.- “Estoy solo. Completamente solo. / No tengo voluntad para el olvido. / Mi vida es calle abierta, siempre en obras.” De Calle en obras.

.- “Mi desamparo arrojará al silencio / que fue cada estación una renuncia, / un paso dado hacia ninguna parte.” De Equipaje.

.- “Cada jornada intento sin demora / la gesta cotidiana de aventar / el cansancio de los días comunes.” De Desde Rivas.

.- Porque el cansancio enfría nuestro lecho / y agreste se cobija / espalda contra espalda.” De Insomnio.

.- “No sé nada de ti pero me absorbe / este juego inocente de modelar tu ser.” De Identidad.

.- “Estás cuando me faltas. Eres fruto / maduro entre las ramas del vacío.” De Presencia.

.- Referido a chabolas. “Hemos envejecido en los relojes, / asimilando tedio, en la ceguera, / recluidos en márgenes de asfalto.” De Chabolas.

.- “Tiene tus mismos ojos, / pero me siento extraño: / en su cordialidad / acomodo mi frío.” De Regreso.

.- “De pronto la vigilia / impone su aspereza. / Te desgajas de mí, / adquieres vida propia / y encaminas afanes a otro sueño.” De Estrategia.

.- “Soy un tedio vulgar lleno de libros.” De Resaca.

.- “Ahora la casa huele / a fósforo sin lumbre / y gotea el reloj lentitud y pereza.” De Medianoche.

Son perlas que me quedo y que invito a observarlas en este escaparate.

Y un último apunte. Reza en una nota final a la edición lo siguiente: “He suprimido dedicatorias, pero no afectos.” Me gustaría estar en esa lista oculta.

jueves, 18 de noviembre de 2010

IBA A TU CORAZÓN MI DESENCANTO

IBA A TU CORAZÓN MI DESENCANTO

En los dominios tristes de mi llanto
una luz fulgurante iba de vuelo.
Salí a buscarla con sigilo, al paso
trémulo y silencioso del deseo.

Iba a tu corazón mi desencanto
desde el oscuro espacio de mi lecho,
rendido y totalmente fracasado
en el ardor febril de tu cortejo.

¿Regresará de vuelo con la noche?
¿Dará vuelta a mi lecho con la aurora?
¿He de perder del todo la esperanza?

Déjame de tu amor sentir el roce,
ten compasión de mí en esta hora
en la que todo asusta y amenaza.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

FUERZAS OCULTAS

ESAS FUERZAS OCULTAS

Estoy fundido en plomo hasta los huesos,
me pesan las espaldas como losa de pórfido
y siento todo el cuerpo protegido
por la coraza dura e invencible
de un guerrero curtido en mil batallas.

El árbol poderoso de la sabiduría,
las costumbres, los ecos, esos usos
que acompañan mis pasos cada día,
el bien y el mal, la escala en la que habito,
esas fuerzas ocultas, que me amenazan siempre
y han hecho previsibles mis sentidos,
han enraizado y han tomado el mando
de todo lo que ordena mis noches y mis días.

¿Dónde está aquella esencia dibujada en el agua
que se dejaba ver, que a cada paso
se hallaba sorprendida en el espejo
de la inocencia súbita y desnuda?
¿Dónde la delgadez y la finura
de una espontaneidad que abraza al mundo
solo por la hermandad y por el gozo
que desprende un abrazo cuando el amor es puro?

Desandar el camino es triste oficio
por imposible y lento. Pero acaso
lavarse en el torrente,
dejar caer la túnica y aparecer desnudos,
dispuestos para el pan blanco y sencillo,
es asunto que aguarda
un curso en que se incendie la razón
sin programas ni horarios definidos.

UN ALEGATO VIP POR LA EXPERIENCIA

No me dan demasiado respiro, o eso creo yo, los primeros meses de mi situación jubilar. Ayer por la tarde dediqué un par de horas a dar unas clases en esa admirable institución que se llama Universidad de la Experiencia. Con la pretensión ilusa -y un poco ilusionada, porque, si no, nada funciona- de comentar un método de lectura que pretende hacer esta más interesante y atractiva, me presenté y estuve esas dos horas en las aulas. Volveré otro día para tratar de poner en práctica lo que les comenté. A ver si han hecho los deberes de lectura y se prestan al comentario colectivo.

Vi a gente madura de todos los colores y de todas las profesiones sentada en los pupitres. Y me sentí confortado. Había gente de la sanidad, del mundo del teatro, del mundo del orden, de la administración, amas de casa, señoras con mando en plaza y señoras con mando en casa, gente de la justicia, del comercio, de la enseñanza… Un poco de todo. Como es la vida en su variedad y en su conjunto. Me gusta ver el mundo que allí se concreta porque representa una hermosa mezcla de profesiones y de caminos largos que la vida va cumpliendo.

Tengo alguna experiencia en estos cursos y siempre mi actividad me ha resultado reconfortante y agradable.

Pero muy por encima de lo que allí veía, se me representaba y se me representa lo que allí y en todos los lugares se pierde y se olvida, se deja en la cochera del recuerdo durante poco tiempo y se tira al contenedor del olvido. Cuando la gente llega hasta una edad, parece que todo se haya ya cumplido. Da la impresión de que ya no tuviera nadie nada que ofrecer y que tiene todo el mundo que irse acomodando en el tren difuso que te lleva cada vez hacia un lugar más indefinido y silencioso.

En esta sociedad competitiva y acaso tan poco competente, en la que el mito de la eterna juventud es lo que rige, en este discurrir en el que hay que atender a los niveles de población que alcancen un poder adquisitivo que se pueda traducir en ventas y cuentas de resultados, todo se supedita a la alabanza y muestra pública de esa ralea ficticia y siempre renovable para que el producto corra. A aquel grupo de población que ya está encasillada en su pensión mensual se la confina al calorcito de la televisión, al juego y pasarratos, a la imbecilidad en suma.

Pensaba en esas horas en todo lo que había allí guardado sin posibilidad de ser mostrado, de ser prestado en ayuda solidaria de todos los demás, en todo lo que estaba condenado al olvido y a la nada, en tanta experiencia junta y bien ahormada que se irá arrinconando sin remedio y reduciéndose a una triste memoria.

Creo que, hasta en términos de réditos electorales -y ya es triste pensar así- este asunto de la gente mayor tiene que ser tratado con mayor equidad y hasta ternura. No hay comunidad que se quiera humanizada y que pueda prescindir de tanto bueno, de tanto almacén repleto de experiencia y de necesidad de dar a manos llenas. Ya sé que hay mucha gente que se busca la vida por su cuenta, pero pienso en tantas otras gentes que no pueden mostrar sus cualidades, que no pueden decir aquí sigo en la brecha, que no pueden buscarse la autoestima. No se puede aguantar tanto dispendio.

Algo hay que hacer con esto. Cada uno desde aquel poquito que tenga acumulado en al ancho canal de su experiencia.

Habrá que convencerse de que hay vida más allá de los números, más allá de las cuentas y del PIB. Yo no sé si los grandes bancos o el FMI habrán pensado en ello.

lunes, 15 de noviembre de 2010

ROBÉ PARA QUEDARME EN LO ROBADO

ROBÉ PARA QUEDARME EN LO ROBADO

He dejado mis huellas en tu cuerpo,
surcando lentamente
todos tus altos montes y tus valles,
y en ese arar premioso he descubierto
paisajes luminosos y bosques de tiniebla.

Llegar hasta ti misma con mi tacto,
desplegar mi mirada sorprendida,
oler carne abrasada y oír cómo salmodian
las húmedas cavernas de tu boca,
gustar todo lo hermoso y dolorido
que desprende la fe de tu presencia.

Qué lenta posesión, qué escandalosa
pasión por lo creado en ese instante.
Fui ladrón de un tesoro inexistente
antes de que le diera vida
mi suave posesión, mi alta tenencia.

Robé para quedarme en lo robado,
para hacer territorio de lo que no era mío,
para alzar de la nada un reino nuevo,
más alto y deleitoso:
fue tanta la pasión que puse en el dominio
que brotó agua muy fresca
y luz agradecida y fervorosa,
y tomó solidez un territorio
en exacta unidad con lo robado.

Fue mi guerra total, mi acción sublime,
la obra en que un dios menor
ganó supremacía sobre los otros dioses.

domingo, 14 de noviembre de 2010

SOPLOS QUE VAN DE PASO

SOPLOS QUE VAN DE PASO

Me enfrento cada día
al triste refrigerio
de destruir la fe que me consuela
desde unos salvavidas descosidos.

Con cada lento paso que enfrenta mi razón
en el sendero angosto de la vida,
un soplo va de paso y se despide,
una nube despeja el cielo herido
y un rayo se descuelga
dando cuerpo a los hitos del camino.

Hay altares que ruedan por el suelo
y míticas palomas que dejan en silencio sus zureos,
hay guardianes del culto que se quedan dormidos
y hay bosques que se encienden, se roturan,
se dejan transitar y hollar sin prisas,
sin miedos que silencien sus sendas escondidas.

Cuando llega la noche y el silencio
me habita, como me habita el aire en el collado
o el mar cuando me siento a contemplar sus olas,
imagino los bosques de ese día,
mis huellas y mis dudas,
la sensación de haber comido poco,
y siento hambre de bosques más tupidos,
de luces y de sombras, de los prados
que siguen a la orilla del camino,
con luces rotas, con senderos varios,
con grutas, con espasmos, con figuras
que persiguen mi sombra y mi destino.

sábado, 13 de noviembre de 2010

TRES MELLAS EN EL DÍA

El día iba de cansino y slowly, please. Esta mañana paseé por la umbría que lleva desde la Malena hasta Montemayor del Río, por un sendero con dosel continuo y hojas cobrizas que se van apagando sin remedio. De hecho, los álamos que hacen guardia en las riberas del río se están quedando desnudos. Los chopos ya enseñan, impúdicos, sus ramas al aire y al cielo. Delicioso, como casi siempre, el paseo por estos pagos bejaranos.


El telediario me trajo la noticia del fallecimiento de Luis García Berlanga. Este sí que era un genio. Me molestan los fetiches y las admiraciones exageradas pues todo en la vida tiene sus límites y conviene mantenerlos para no desbarrar. Pero yo, en cine -quién lo diría- tengo algún fetiche. Por supuesto, nada que ver -Dios me libre de semejante sandez- con el cine americano. Uno de esos pocos fetiches es la película “Bienvenido, Mister Marshall”. No sé cuántas veces la he visto ni podría sumar las horas de risa, de tristeza y de reflexión que en mí ha generado. Y no es el único fetiche que tiene que ver con Berlanga pues “La vaquilla” me seduce tanto como esta. En fin, el tiempo pasa y se lo lleva todo, como el otoño se lleva las hojas y deja los paseos y los campos a la intemperie. Descanse en paz.


El sillón negro de mi comedor me acoge cada tarde, pero no siempre el mismo tiempo. Hoy andaba cariñoso, o acaso andaba yo dejándome querer, el caso es que me repantigué en él y allí me las dieron todas. Por suerte, encontré en una cadena perdida la proyección de “El pisito”. Pintiparado. Homenaje al genio de Berlanga. Era lo menos que podía hacer. Conversaciones cruzadas, pasadas fantásticas y medidas de figurantes, dominio de los espacios, crítica despiadada pero con un humor, a veces negro, que la hace soportable… Mil cosas. Parecía una película del mejor neorrealismo italiano. Magnífica obra de arte.

La tarde se me torció sin moverme de la silla. Me gustan los deportes, y, especialmente, el baloncesto. Se televisaba el partido Joventud – Real Madrid. Me asenté otro rato más. Bastante desequilibrio a favor del equipo de Madrid. Poca tensión. Los locutores me alegraron el rato. Dejé pasar los minutos, pero, en cierto momento, cogí un papel y un bolígrafo y anoté lo siguiente:

a)*”Hay que tener en cuenta de que…” Y me dije: A este señor le quitarán un poco del dinero que le iban a dar hoy por no saber hablar. Pero seguí.

b)*”El equipo viene de ganar en Valladolid.” Y no vi a nadie que viniera de ningún sitio. Me levanté por si acaso mi vista no alcanzaba y seguí sin ver venir a nadie. ¿Pero cómo va a venir el equipo si está jugando? ¿Es que no les dan ni un momento de respiro ni de descanso?

c)*”Los ratios.” Volví a mirar por si acaso se trataba de ratones o algo parecido y seguí sin ver absolutamente nada. Tengo que suponer que se refería el susodicho a LAS ratios. Naturalmente, el artista controla escasamente el origen y el significado de la palabra.

d)Varias veces “El equipo gana de…” Lo cierto es que había desigualdad, pero no observé que un equipo ganara con la gorra, ni de rodillas, ni de cabeza, ni de…

e)“Fijaros.” Esto de mandar con el infinitivo anda tan extendido que no sé si existe ya remedio para su curación.

f)Vacilaciones constantes. Por ejemplo: “…ese…ese…ese…” He escrito constantes, no esporádicas. Ni *esporánicas.

g)*”Esto es importante para el devenir futuro del partido.“ Y aquí ya me quedé sin resuello. Esto de descubrir que hay un “devenir futuro” a mí, que ando todos los días a cuestas con el asunto del tiempo, me deja ya el campo limpio y despejado. Qué descubrimiento.

h)*”Han pasado un lapsus complicado.” Y yo me quedé perplejo. ¿Qué será eso de pasar un lapsus?

i)*”Si el Real Madrid negocia sus opciones.” Primero pensé en si negociaría con sus acciones, pero aquello no me encajaba. Enseguida entendí por qué no soy negociante de nada. Luego recordé que los ciclistas también *negocian las curvas. Y seguí sin entender casi nada.

Y, en fin, me negué a seguir apuntando y gastando tinta de mi bolígrafo.

Para que no queden dudas, daré el nombre del bienhablante: Manel Comas.

A estas alturas de la vida, más que nunca, sigo afirmando que cualquier lengua es, antes que nada, un instrumento de comunicación. Pero no cuidarla y no hacerla relativamente homogénea es perderse en el barullo y en el caos. Los modelos son los que son. Y esta gente influye mucho en el uso. Mucho más que un nutrido grupo de especialistas enseñando durante mucho tiempo. Y se llevan una pasta gansa para su casita. No me escandalizo, pero sí constato lo que constato. Es todo.

viernes, 12 de noviembre de 2010

ESOS CLAROS DOMINIOS

ESOS CLAROS DOMINIOS

Admiro hasta el dominio de la estupefacción
a todos los que viven atados a una clara
conquista declarada de toda la verdad:
todo en ellos es reino de certeza,
todo tiene su ritmo y todo tiene el sitio
que en designios divinos le conviene
según las leyes últimas que nadie contradice
y que todos adoran sin ninguna objeción:

La rosa nace y crece en el buen tiempo,
el grajo vuela bajo en el mal tiempo
y el búho abre sus ojos para mirar la noche
porque es su mejor forma de cumplir con la ley.

Y eso es todo.
Todo está en sus medidas, nada ofende
los últimos designios de la verdad oscura.

El ser humano ve lo que sucede,
pero no mira nunca, si no es hacia otra parte,
por no sembrar la duda en el camino;
al fin, ¿por qué llenarse
de lodo el pensamiento
o dolerse con ruidos
de extrañas melodías?

Y es que la duda ofende
en esas claridades infinitas,
que no son, ay, las mías,
pues yo vivo en la duda permanente,
en la inquietud hiriente de la incertidumbre,
en los filos extraños de la noche y el día,
en la zozobra y el aturdimiento,
en el reino febril de las preguntas
y en el gastado atril de la interrogación
que me deja varado en las arenas
de las puertas del templo de la felicidad.

jueves, 11 de noviembre de 2010

UNA DIOSA TRIFÁSICA

UNA DIOSA TRIFÁSICA

Si dibujar el tiempo en unos ojos
es asunto geométrico y pensamiento lúbrico
de aquel que determina esa mirada
en busca de la esencia en la belleza;

si esos ojos devuelven la figura
de un ser inteligente, emocionado,
dudoso entre la luz y pasajero siempre
del tren de la verdad que nunca llega;

o si acaso devuelve otra figura
cargada de inocencia y de ternura,
que mira y oye y alza
su vista y se descubre revestida
de ingenuidad honrada y de pureza;

o si tal vez emerge en las pupilas
un cuerpo que resbala entre las manos,
lubricado en amor y en movimientos
que desnudan las manos de impurezas,

¿con cuál de estas figuras he de ahormar
mi corazón vencido a la belleza?,
¿cómo he de caminar entre las sendas
del frágil despertar de la inocencia,
o de la inteligencia que se asoma
para quedarse tiempo en la ventana?,
¿deberé sonreír ante la diosa
que lubrica mis sueños cuando dejo
mi corazón al viento y sin fronteras?

Hoy me quedo perdido en la belleza
de una diosa trifásica y hermosa,
con su inocencia dulce y temblorosa,
con su hermosura impúdica,
con su razón cuajada para siempre.

Si hubiera una comida con tres platos,
qué placer, qué sosiego, qué descanso.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

DE LA NORMA Y LO NORMAL: "QUE YO SOY NORMAL"

Me llega como nuevo regalo de la factoría Comendador el libro “Que yo soy normal”, del propio Luis Felipe.

Nunca había sabido tanto de un libro antes de leerlo y eso que (para mi desgracia, y lo siento demasiado) nadie me había dado ni siquiera una simple pista de lo que se cocía. Cosas de la vida.

Lo he leído de un tirón y casi sin pausa. Hay muchas razones que lo justifican pero seguramente no será la menor la del interés que ha suscitado en mí.

Yo no sé definir este libro, ni encuadrarlo en ningún género ni siquiera resumirlo, ni ofrecer una impresión globalizadora del mismo. Tal vez ni falta que hace.

Desde un pretexto teórico -un loco en un manicomio-, el autor se siente legitimado para embaular en estas páginas todo lo que su mente le pedía. El pretexto es estupendo pues disculpa cualquier exceso, difumina cualquier comportamiento y desdibuja todo léxico y situación embarazosa. Es el viejo truco de distinción entre persona, autor y protagonista. ¿Cuánto hay de cada uno de los tres en estas casi trescientas páginas? Tampoco importa tanto delimitarlo. Lo importante es entender que, bajo el paraguas del protagonista literario, el autor puede vaciarse y puede vaciar la propia persona en elementos, reales en ocasiones, e irreales y siempre acomodados al mundo literario en todos los momentos.

¿Qué es, pues este libro? ¿Es una novela? ¿Es un libro de memorias noveladas? ¿Es una novela autobiográfica? ¿Es un pastiche en el que cabe cualquier queso en porciones? Las palabras de la contracubierta son reveladoras y yo las asumo y las rubrico: “Que yo soy normal” puede ser perfectamente un tratado completo de filosofía intranscendente, una clase caótica de estilo literario, un ensayo mellado sobre una vida hecha, un juego entre la memoria real y la memoria inventada, un diario constrictor, un ejercicio precreativo, un drama jocoso o dos novelas cortas y un diario mal mezclados en la Túrmix de casa… también puede ser nada, que ya es algo.”

Tengo la sensación de que es casi todo esto e incluso más. Y eso no es que sea algo, es que es mucho, tal vez demasiado. El único apelativo que yo le negaría acaso sería precisamente el de novela, pues no cumple los requisitos que el género prescribe. Ni falta que hace.

Mi impresión es la de que el autor ha aprovechado los materiales ya existentes para realizar un compendio de expresión formal y significativo en el que lo fundamental termina siendo la libertad de expresión y la provocación significativa desde los elementos diarísticos.

La organización de elementos de recuerdo de los tiempos juveniles, apenas disimulados, pero agrandados y desenjaulados en la plaza pública con escasos reparos, la repetición del texto del famoso “Hombre de las cuatro” y los flases del diario más elaborados forman las tres patas en las que se sostiene a duras penas la unidad de este conjunto tan dispar y tan autónomo. De hecho, cada parte se puede leer por separado y hasta, creo que se puede asegurar, está concebida por separado. Solo la figura del loco configura un hilo de Ariadna que nos ayuda a seguir en el extraño laberinto.

Tengo que confesar que a mí lo que más me interesa es la parte del diario. En ese campo el autor creo que se mueve a la altura de los mejores y aun vuela más alto.

Cada consideración me suscita mil preguntas y me deja en el asombro. Muchísimas de sus anotaciones son poemas acabados y que pueden figurar en página autónoma de cualquier poemario. Por ejemplo este en el que me tomo la molestia de cortar en versos: “Soy el sordo de la esquina, / el que busca sin prisa el “sub hoc túmulo…” / que lo resuma y teste, / el delator sin lengua, / el sastre de palabras mal cosidas, / el tartamudo… / soy el marqués sin frac ni sobretodo, / la nube que no acierta a llover cuando es preciso, / el patán indolente con zapatos, / el gorrión dañino / (no soy el siervo de Dios, que Dios me libre) … / soy cuanto quise ser (pero aún no todo), / soy boca arriba a veces, / soy la imposible hazaña que imaginé de chico, / soy el que inclina y alza, / el que pretende y vota… (…)”Pg. 50.

Ya digo que de cada uno de estos fogonazos puedo extraer llama para calentarme un rato.

Las otras dos partes son ensayos y juegos literarios. No sé muy bien por qué el autor incluye toda la parte de “El tipo de las cuatro”, que ya nos había dejado hace años y de forma autónoma. Responde, en todo caso a un ejercicio casi desternillante de metaliteratura, de práctica real de lo que puede ser la concepción de una obra larga, de lo que puede pasar por la cabeza a un escritor cuando se enfrenta a la creación y no lo hace en aventura suelta, a ver lo que sale. Como se puede observar, no siempre el intento resulta positivo y el juego viene a demostrar que la planificación es buena pero que la obsesión y la cuadrícula pueden ofrecernos un remedio peor que la enfermedad que queremos curar. Para mí que el autor llegó a quedar convencido para los restos -¿no lo habría estado desde siempre?- de que conviene vencer la balanza por el lado de la libertad y de la inmediatez antes que por el de la planificación. ¿Cómo se le puede pedir, entonces, el desarrollo pausado de un proceso? De momento se ha movido en el plano corto y ha renegado de los desarrollos minuciosos. Es como si se sintiera indefenso y pobre ante cualquier cosa que no considere esencial. Es característica fundamental de toda su obra y ahora no iba a ser menos.

Por eso esta mezcolanza rara que consigue atarse en obra unitaria muy a duras penas, pero que gana en frescura, en inmediatez y en esencialidad. Casi cada línea se puede y se debe leer por separado y tiene autonomía para andar de frente por la vida.

La norma -creo que ya lo he escrito varias veces- contiene dos acepciones muy distintas. Una tiene que ver con lo que más se repite, lo que hace casi todo el mundo, con lo más frecuente. La otra hace referencia a lo que se ajusta a la norma, a la ley, al precepto, a la convención reglada. Hay acciones que se ajustan a la norma legal, que son normales, pero que no son práctica común entre la gente. Se producen otras que son frecuentes entre las persona pero que no siempre se ajustan a lo que está reglado.

Sospecho que el autor piensa un poco más en aquella acepción de lo frecuente cuando se declara en el título como gente normal (“Que yo soy normal”), como otro individuo más entre el gentío, como alguien que lo único que tiene de especial es que se desborda y deja desatados los complejos para manifestarse con franqueza en medio de la norma y de la prohibición. El título es una reivindicación a favor del loco de sus páginas.

Hay mucho que decir sobre ese asunto y no sé si estaría en todo de acuerdo. Por ejemplo, no estoy seguro de que sea lo mejor que cualquier potencialidad que posea el ser humano tenga que ser desarrollada. Tampoco estoy seguro de que el sexo sea elemento casi único en el caminar de cualquier persona. Ni de que el ser humano pueda caminar desde la individualidad exclusivamente. Ni…

Pero es que yo sí que no soy normal. Porque me veo tipo raro entre los raros, porque me resultan casi todas las cosas incoherentes, porque me noto extraño en las aceras, porque mi escala de valores no encaja por las plazas. Por demasiadas cosas. Pero esto es otro asunto que deriva del libro pero que no es el libro.

No conozco otros libros de tan clara miscelánea que me sugieran tanto, que recojan como de aluvión tanto pensamiento ni tanto experimento. Quizás no había otra forma de concentrar objetos tan diversos. Yo me alegro por haber asistido -aunque tan tarde, ay- a esta prueba. Hay que leerlo y disfrutar leyéndolo. Y después releerlo para ponerle pegas y discutir con él de tantas cosas.

lunes, 8 de noviembre de 2010

OTRA VEZ DE BOTELLÓN

Estuve con mi nieta pasando el día en Ávila y me libré de la epidemia televisiva de todo el fin de semana, la visita del Papa.

Treinta y dos horas de estancia, gastos a gogó, tropecientas mil personas siguiendo su huella, su loor y su olor (muchas menos de las que esperaban), cumplimentos de todo tipo, pierdeculos con tal de andar cerca de una foto con el ilustre, declaraciones que suenan a la Edad Media, o sea, como siempre, restos de idas y de venidas, de preparativos y de recogidas, desalojos y controles y signos elevados a la enésima potencia.

Tengo la impresión (no tengo datos y no lo puedo demostrar, pero aspiro al sentido común) de que casi toda la fiesta está montada desde la propia organización y desde los medios de comunicación, pero no se puede ni se debe desestimar el gentío que arrastra este líder. Las diócesis se vacían, las parroquias se gastan el ahorro del año y muchos fieles se dejan la piel con tal de acudir a la llamada de los intermediarios eclesiásticos. Y todo desde el mismito día en que es nombrado de aquella manera guía de los creyentes porque el día anterior no importa nada.

A mí lo que seguramente me llame más la atención sea el clima emocional que se crea con cualquier visita de este tipo. Me cuesta mucho entenderlo, tal vez porque no sepa analizarlo bien. Hay mil variables que me convocan a apuntar sensaciones, pero me quedo con esta porque, después de todos los disparates, me parece la más espectacular.

La melopea y el ambiente de humos y de ruidos vienen preparados, con mucho tiempo, desde las parroquias y desde las diócesis. Nunca estas concentraciones son espontáneas y la mejor prueba es que llegan de casi todos los lugares del mundo y que las circunscripciones compiten por arrimar más fieles que los vecinos. Al final son casi siempre los mismos. El ambiente de fiesta, por tanto, está muy bien preparado desde mucho tiempo antes, con el ensalzamiento del Papa como figura espectacular y semidivina.

Cuando las preparaciones se concretan en los actos, las predisposiciones no pueden ser más favorables, las patatas crecen entonces en cualquier peñasco. Y empiezan a producirse sucesos y anécdotas que se convierten en categoría y hasta en apariencias de milagro. De ese modo, una mirada del Papa conmociona, un paso cercano deja impregnado de alabanza todo el recinto, encontrarse a una distancia corta de él se convierte en una gracia sobrenatural, verle mover un dedo implica enseguida la interpretación de no se sabe qué santa voluntad… Y, si se tiene la suerte de que a un fiel le dé la mano, ese ser, agradecido, no se lavará hasta que no le obliguen los vecinos.

Tal parece el ambiente que, como ya he dicho en alguna ocasión, se prepara un ambiente de botellón místico en el que bien se podría ya concretar el juicio final y ser elevados todos a los altares de la borrachera y de la adoración eterna. No sé a cuántos bendecirá el Espíritu Santo con nuevos fieles engendrados en sus familias para el reino de Dios. Que lo estudien los sociólogos, como estudiaron los efectos de los apagones de Nueva York.

Desde un punto de vista racional, me resulta tan difícil darle ajuste a tanto desajuste, buscarle explicación a lo que, si la tiene, la tiene en otros parámetros, pero estos son los de la deshumanización, los de la degradación y los de la negación de uno mismo. Me gustaría poder sentir alguna borrachera como esas, algún atrevimiento como los que veo en ellos, pero no logro ver más que a un coordinador de prácticas que no siempre me parecen precisamente las de mejor ejemplo.

Pero miro a otras partes y no veo nada demasiado diferente. Hay forofos del fútbol que organizan su vida en pos de sus equipos y que se pillan cada curda emocional y física cuando su equipo gana que no los veo sino en otro botellón místico continuado, como los de este fin de semana. Y qué puedo decir de los fans de no sé qué cantantes que se tiran los días y las noches al raso con tal de conseguir un puesto cercano al divo en los conciertos y están dispuestos a entregar lo que haga falta por un gesto cualquiera. No tengo que bajar demasiado el diapasón de la exigencia para comprobar que hay seguidores de líderes políticos que dicen siempre amén a lo que diga el superior en el organigrama. Se me llenan las manos de ejemplos en la vida en los que el ser humano pierde el oremus por símbolos idiotas.

Será irremediable tal vez la existencia de referentes y de líderes para casi todos nosotros. Pero ¿tiene que ser a cualquier precio y sin ningún resquicio para que la razón opine y se haga fuerte?

Qué botellón, Dios mío, qué botellón, qué droga esta tan dura y no poder domarla ni encauzarla.

domingo, 7 de noviembre de 2010

PREMIOS A LA LIBERTAR (y II)

Naturalmente, la teórica tiene unos límites más amplios que la real y desgraciadamente no resultan coincidentes. Convendría, por tanto, que no nos engañaran tampoco con este concepto, como lo hacen con otros, algunos de su misma familia. ¿O hace falta dejar al descubierto la trampa que se nos cuela con la hermosísima palabra liberal? ¿Os suena eso de los liberales? Los que se proclaman liberales, ¿en qué forma de llenar el concepto de libertad están pensando? A algunas de esas formas yo también quisiera apuntarme, pero no sé si a las mismas con las que se les llena la boca a ellos. Sospecho que no.

Deberíamos pues preocuparnos por ensanchar los límites de la libertad real, de esa que podemos ver y tocar cada día y cada hora, de esa que podemos practicar o ver pasar de largo a cada momento. Cuanto más ensanchemos esos límites, más podremos aplicar la segunda parte del concepto que nos avisa de “la responsabilidad de los actos”.

Porque, en efecto, se decía en la definición que, con la posibilidad de obrar de una manera o de otra, se adquieren unas responsabilidades. Y, del mismo modo que no queremos renunciar a la libertad real como plataforma en la que desarrollar nuestra vida, no deberíamos querer renunciar a nuestras obligaciones y a las distintas consecuencias que se derivan según obremos de una forma o de otra. Si no lo admitiéramos así, renunciaríamos al principio de analogía y, sin ese principio, es imposible la convivencia humana racional y positiva.

En esta situación, reflexionar acerca del concepto de libertad es ponernos en la tesitura de elegir en nuestros actos diarios, en nuestras manifestaciones, en nuestros apoyos, en nuestra distribución del tiempo, en nuestras participaciones, en nuestras ayudas, en nuestra formación, en nuestra escala de valores y, en fin, en una forma de estar en la vida desde la mañana hasta el momento de conciliar el sueño.

Cuanto más ensanchemos las posibilidades reales, más campo tendremos para la elección de actos y de formas de comportamiento. Por ello parece imprescindible luchar denodadamente por crear espacios de igualdad de oportunidades, para que se aproximen los valores de la libertad real con los de la libertad teórica. El ser humano, cualquiera de nosotros, es un ser libre, pero lo es en un espacio y en un tiempo, y trabajar para que ese espacio y ese tiempo sean espacios y tiempos de igualdad de condiciones es ayudar a crear las bases para que, después, nuestras elecciones de cada día, esas decisiones en las que vamos gastando nuestras fuerzas, sean más personales y más variadas sin faltar por ello a la igualdad en la que tenemos que sentirnos siempre. ¿Quién no adivina que aquí tiene todo el campo abierto la participación social, la política, el mundo de la ampliación de derechos y de todo lo que, en definitiva, regula nuestras vidas?

Hay personas que se han distinguido por trabajar sin descanso en ensanchar la teoría y la práctica de la libertad, que han intentado en sus participaciones aclararnos un poco más una idea justa y real de lo que tiene que ser la libertad en la teoría; y hay personas que han ejercido justamente en la toma de decisiones, asumiendo la responsabilidad de sus actos, y lo han hecho sobre todo pensando en agrandar las posibilidades de los demás tanto como las suyas. Esos son los auténticos héroes de la libertad, son nuestros ejemplos, son los que nos marcan la pauta para que también nosotros pensemos de vez en cuando en lo que significa y lo que implica el concepto de libertad y para que ejerzamos ese derecho libremente y con la responsabilidad de asumir todas las consecuencias.

Todos los conceptos suman para su definición una serie de elementos. Quisiera haceros pensar, también de manera rápida y en tono casi coloquial, en un elemento que forma parte de la idea de libertad. La libertad se entiende para el uso y el desarrollo del ser humano y es en él donde tiene su aplicación más visible. ¿Alguno sería capaz de concebir la existencia real de un ser humano sin sus relaciones con los demás? Resultaría imposible. El ser humano no es más que una suma de relaciones: familiares, amistosas, vecinales, de paisanos, de colegas, de camaradas, de diálogos callados con uno mismo y con sus ideas… Todo su desarrollo se le va en eso: nos reunimos, celebramos actos de todo tipo, nos apuntamos en asociaciones y, con demasiada frecuencia, sufrimos el mal de la soledad, o sea de la falta de presencia y de relación.

¿Cómo se puede, entonces, pensar en la libertad sin tener presente su aplicación social, su naturaleza plural, su parentesco con la justicia social y con la igualdad? Por eso intentamos distinguir la libertad del libertinaje, y esa misma libertad del egoísmo y del beneficio propio.

No vivimos en un momento demasiado propicio para la libertad entendida como posibilidad real de tomar decisiones y de que estas redunden en beneficio de la comunidad o simplemente del otro, de ese que nos rodea y que comparte nuestros días, nuestras ilusiones y nuestros desalientos; más bien parece que se ha apoderado de nosotros un sentimiento particularista y egoísta que nos impide ver nuestra dependencia de los demás y nuestra convivencia con los demás. Por eso es momento de volver a gritar en favor de todos aquellos que, desde cualquier posición, arriman el hombro a favor de los demás, buscando que los otros tengan alguna oportunidad real de poder elegir entre varias posibilidades, a favor de los más débiles, de aquellos que menos posibilidades tienen en la vida y que, en términos reales, menos pueden ejercitar el concepto de libertad.

Y quiero recordar de nuevo aquí que esos héroes existen en todos los niveles, en escaparates más visibles o en lugares más escondidos, tejiendo la intrahistoria día a día para que esta sea un poco más llevadera. En el fondo, queremos premiar a todos ellos, en cualquier lugar en el que se hallen. Y queremos también premiarnos un poco a todos nosotros para animarnos a pensar un poco más en el concepto y en la práctica cotidiana de la libertad, de esa libertad que se ejercita en cada momento y con cada decisión que tomamos. Nuestra vida, con ello, será un poco más justa, un poco más llena y un poco más gozosa. Y eso no nos lo puede quitar nadie, nadie; es, sin duda, uno de nuestros más preciados tesoros.

Tal vez pensando en estas cosas cotidianas pero tan importantes afirmaba Cervantes: “La libertad es uno de los más preciados dones que a los hombres dieran los dioses; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.”

O proclamaba el Mahatma Gandhi: “No se nos otorgará la libertad externa más que en la medida exacta en que hayamos sabido, en un momento determinado, desarrollar nuestra libertad interna.”

O Platón cuando escribía: “Donde reina el amor sobran las leyes”

O cuando afirmaba Kant: “Si en sus acciones las personas están determinadas por causas naturales, es decir, si carecen de libertad, no podemos atribuirles responsabilidad.”

O Carlos Marx: “Libertad, control total sobre las fuerzas alienadas del ser humano… La libertad es ser capaz de dominar la naturaleza y la eliminación del poder de fuerzas sociales alienadas… Libertad es autodeterminación.”

O en fin, invocaban Agustín García Calvo y Amancio Prada en aquel inolvidable texto que aquí hemos recordado ya alguna vez, y que hoy podemos dedicar a la premiada, Soraya Rodríguez, como reconocimiento y como petición: “Libre te quiero / como arroyo que brinca / de peña en peña, / pero no mía. // Grande te quiero, / como monte preñado / de primavera, / pero no mía. // Buena te quiero, / como pan que no sabe / su masa buena, / pero no mía. // Alta te quiero, / como chopo que al cielo / se despereza, / pero no mía. // Blanca te quiero, / como flor de azahares / sobre la tierra, / pero no mía. // Pero no mía, / ni de Dios ni de nadie, / ni tuya siquiera.

Así te queremos a ti, así quermos a todos nuestros héroes de la libertad, así nos queremos nosotros también un poquito, por eso tenemos que trabajar todos cada día. A ello os invito. Muchas gracias.

sábado, 6 de noviembre de 2010

NOVENOS PREMIOS A LA LIBERTAD (I)

Hoy tocó actividad de esas que se repiten anualmente. Se entregaban los Premios a la Libertad. En este ambiente yo me muevo como pez en el agua. Creo que es una de las variables en las que puedo ayudar un poquito más porque creo bastante en ello. Me parece que por aquí tendrían que trabajar más los partidos y las asociaciones.
Entre alusiones más o menos partidistas (en estos actos bastante menos que más) y referencias personales que me importan poco, yo dejé estas palabras -con sus correspondientes añadidos o cortes- como reflexión.
PREMIOS A LA LIBERTAD BÉJAR NOVIEMBRE 2010

Entregamos hoy el Noveno Premio a la Libertad. Y lo hacemos con el mismo entusiasmo que el primer año y con el mismo deseo de pensar otra vez un ratito en asunto tan peliagudo como ese de la libertad. Porque, además de felicitar a los premiados, este acto debería servir para que cada uno de nosotros pensara en qué medida se ve comprometido con el concepto de la Libertad.

Hasta una docena de acepciones recoge nuestro diccionario académico de la palabra, y tengo para mí que ni agota ni precisa suficientemente todo lo que engloba el concepto que nos ocupa. Las palabras no son más que debilísimas aproximaciones a las cosas; y por ello es tan importante el dominio de la palabra, y el control de los medios de comunicación que, con sus palabras repetidas hasta la saciedad en boca de sus altavoces, crean opinión, conforman las voluntades de las sociedades y marcan las pautas sociales y políticas de las comunidades. De hecho, casi todos los conflictos se enmascaran en malos entendidos provocados por las imprecisiones de las palabras y se solucionarían con una aproximación benévola y precisa a su verdadero significado.

Pero que nadie se preocupe demasiado por ello pues muchas de las mentes más preclaras de la Historia se han ocupado sin demasiado éxito de concretar las implicaciones de la palabra libertad como concepto o como práctica. Conocemos bien la apelación de libertos frente a esclavos, en el mundo clásico, reconocemos textos memorables que dan de lleno en la diana del mundo de la libertad, pero os invito a hacer una incursión sencilla por ellos y veréis cómo casi todos atienden más a la práctica que al concepto, al desarrollo que a la teoría, al día a día más que al principio. No nos deberían pedir a nosotros lo que otros no han conseguido desentrañar con la suficiente claridad.

Tal vez sería conveniente que volviéramos la vista hacia la práctica diaria de eso que entendemos como Libertad. Acaso ahí nos desenvolvamos mejor y nos perdamos menos. Abramos, pues, la vista y miremos; fijémonos en lo que sucede a nuestro alrededor y extraigamos consecuencias. Sencillas, de las de andar por casa, de esas que ajustan bien al sentido común y a lo inmediato. Tiempo tendremos de ir después a las categorías y a los principios. Actuemos por inducción, por observación de datos, por testimonios directos, por realidades vividas, por organizar en nuestro sentido común lo que sucede en las calles.

Dice la primera acepción de nuestro diccionario: LIBERTAD: facultad natural que tiene el ser humano de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos.

Pues veamos. Vamos a la práctica. Resulta que, cualquier día de estos de noviembre, uno cualquiera de nosotros se levanta y siente unas ganas cualesquiera de marcharse a ver a uno cualquiera de sus hijos al que las exigencias de la vida moderna lo ha llevado a otro lugar distante. ¿Puede obrar de una manera o de otra, como describe la definición? No siempre ni todos, claro que no; a algunos se lo impiden sus obligaciones laborales, a otros se lo impide la falta de dinero para desplazarse; algunos cumplen su deseo sin ninguna dificultad. Ya se ve: diversas posibilidades pero no todos pueden elegir cualquiera de ellas. O tal vez observemos que a nuestro lado hay alguien con deseos de comprarse un automóvil. ¿Obra o no obra? ¿Lo compra o no lo compra? Esto es algo más serio y complicado. Y más ahora con la sequía de los préstamos. Seguro que hay personas a nuestro alrededor que, cualquier mañana, se levantan y desean ejercitar la libertad de ir a cumplir con el trabajo. Y no pueden porque no lo tienen. Lo mismo hasta le da a un cualquiera por observar que su preparación y que su esfuerzo es similar, o incluso superior, a muchos que tiene cerca y que, sin embargo, sus recompensas económicas o sociales son mucho menores. O incluso descubramos a algún idealista al que se le antoje ir hasta la luna una noche clara. ¿Lo podrá hacer? ¿Tendrá la libertad de obrar o de no obrar? Esto ya suena a chiste e incluso a humor negro, ¿verdad?

Ejercicios de este tipo los podemos hacer todos y en cualquier momento. En esta sala mismo. Solo con alzar la cabeza. O simplemente con no bajarla.

Enseguida descubrimos que esto de la libertad se mueve en unos parámetros de posibilidad bien reducidos y que depende de nuestra voluntad pero también de las condiciones en las que cada uno se mueva. Si lo queremos decir de otra manera, existe una libertad teórica y otra real.

LOS SUEÑOS Y LA VIDA

Hacía mucho tiempo, seguramente años, que no dedicaba tanto tiempo a la lectura de un libro y a pensar en su contenido. Lo acabo de hacer con “La interpretación de los sueños”, esa obra tan emblemática de Freud, tan citada y no sé si tan leída. Durante buena parte del mes de setiembre mis ojos han pasado por sus abundantes páginas, en el formato electrónico, del que ahora dudo si será el mejor para obras largas de este tipo y naturaleza.

Es un libro sin duda turbador y que no puede dejar indiferente a ningún lector avezado.

Y, sin embargo, a mí me ha dejado un sabor muy agridulce. Reconociendo las capacidades de su creador, entendiendo la enorme huella que ha dejado en muy diversos campos de la ciencia y de la cultura de todo el S XX, desde la ignorancia que se me tiene que suponer en este campo de la investigación, me quedo bastante vacío por la forma de acercarse a la interpretación de algo que me parece tan confuso como los sueños y sobre todo por las relaciones y simbolismos que se establecen entre los elementos oníricos y las realidades conscientes.

“El sueño es la realización (disfrazada) de un deseo reprimido”. Bueno. Será, Aceptado.

“El sueño siempre enlaza con acontecimientos del día anterior”. Vale.

“El sueño recoge… aquello que en la vida diurna no posee sino carácter secundario”.

En el fondo, “lo infantil es la fuente onírica”.

Y luego todo el enorme bulto de conceptos: Preconsciente, inconsciente, represión, placer y displacer, angustia (que procede de fuentes sexuales), ideas latentes, procesos oníricos, implicaciones lingüísticas: sinonimias, similicadencias, metáforas…; deseos infantiles reprimidos, transferencias del mundo preconsciente al inconsciente, especulaciones psicológicas…

Todo para dar cabida a la explicación de los sueños, para intentar dar acomodo a cada uno de los elementos que se han manifestado en el mundo de la inconsciencia. En este intento de acomodo, en esta interpretación es en la que yo me pierdo y me aniquilo. No acabo de entender la base científica y racional para asimilar un hecho a una idea o un matiz a una causa tan diferente en la vida real y consciente.

Me parece que el propio Freud va con pies de plomo y, de vez en cuando, echa el freno y pone reparos y admite otras posibilidades.

De todas las apasionantes posibilidades que se ofrecen en tantos sueños analizados, me han interesado más aquellas que se refieren a elementos lingüísticos. Afirma Freud: “Los discursos orales que en el sueño aparecen son siempre reproducciones exactas o solo ligeramente modificadas de discursos reales”. Qué fuerte. Qué mundo se abre para entender el mundo de la creación literaria y para indagar en el mundo de la retórica y de la semántica. Cuando se afirma que toda obra, en alguna medida, es autobiográfica, no se está diciendo nada demasiado diferente a esto.

Por lo demás, la obra viene a reflejar una vez más que acaso no somos demasiada cosa; tal vez simplemente una pequeña suma de impulsos químicos que se controlan o que se descontrolan, que se esconden o que se lanzan a la vida y a la superficie cuando el pudor se elimina. Es el estado de reposo o de semivigilia el más apropiado para que lo reprimido se lance al ruedo y exprese sus armas y sus condiciones.

Ha pasado un siglo y los principios se mantienen, los instrumentos también. Pero seguro que lo hacen más afinados y con menos imprecisiones.

Las investigaciones de Freud perturban y dejan al lector al borde del abismo. Seguro que las posteriores indagaciones aún lo dejan en situación más expuesta. C´est la vie.

jueves, 4 de noviembre de 2010

...CON ESE BUEN AMIGO...

¿Por qué no se había mirado antes? Quiero decir que por qué no se había encarado de verdad, físicamente, en el mismo nivel, sin distancias intermedias.

Hasta entonces, siempre se había colocado en una esquina del ascensor y había visto una figura inmóvil al otro lado del espejo, imitadora siempre de sus mismos gestos pero como si se tratara de una reserva para malos ratos, para esos momentos en los que uno no está para nada ni para nadie. Otras veces había disimulado la figura entre otras varias que le acompañaban en la subida o en el descenso vertical cuando volvía o salía de su casa. Entonces las figuras se mezclaban y también hablaban del tiempo y de las ganas de comer, en un apetito inventado o real que configuraba el plato del día en aquel espacio tan reducido.

Los trayectos cortos seguramente no daban para más. Era cerrar la puerta y aparecer la figura en el fondo del espejo, como una sombra inseparable, como un celoso guardaespaldas que nunca las guardaba porque siempre miraba de frente y como encarado, como diciendo aquí estoy yo y no te librarás de mí, como en un insistente alguien ha matado a alguien y no quiero señalar. Pero apenas daba tiempo a pensar en la figura, a recrearse en los detalles, a medir sus magnitudes o a dedicarle unas palabras de cortesía. Cualquier pensamiento hacía que su presencia pasara desapercibida y difuminada por su monotonía.

Aquel día fue distinto. Y todo por culpa del azar. Del azar y de la falta de corriente. Mira tú por dónde tuvo que ser precisamente aquel el momento en el que la compañía desenganchara la corriente de la zona para cumplir algún arreglo de la red.
Tal vez ni hubieran dado aviso pues su fortaleza no obliga a tales servidumbres. El caso es que entre el segundo y el tercero se paró el ascensor y se quedó como muerto y sin movimiento.

Menos mal que llegaba hasta el habitáculo la luz por una rendija que dejaba libre la puerta del tercero, de tal manera que no se echaba en falta la claridad habitual.

Viajaba solo y lo primero que pensó fue llamar al timbre para que cualquier vecino advirtiera que tenía que auxiliarle. Pero rápidamente se dio cuenta de que era inútil el intento pues, aunque lo oyeran, la falta de corriente impedía la ayuda.

Al fin y al cabo, reaccionó, pronto volverá la luz y el aparato volverá a elevarse y a llevarme hasta el cuarto piso. Entonces respiró hondo y encendió un cigarro. No fumaba casi nunca, pero le pareció que no sería una mala forma de matar el tiempo. Las primeras caladas las dio con verdadero placer y hasta con fruición, pero enseguida sintió la necesidad de apagar el cigarro por la densidad del humo. Esto de los espacios cerrados y pequeños complica demasiado todo.

Cerró los ojos y se sintió bien. Los volvió a abrir y se sintió mejor.

De pronto, miró de frente y se paró a contemplar la figura que le devolvía el espejo. Su propia figura invertida, su mismo yo físico, su doble eterno y absoluto.
Dio un paso dudoso y se acercó al cristal con mucha lentitud. No se sintió seguro y reculó instintivamente. Lo volvió a intentar con más pausa y hasta con más precaución. Era él mismo, allí, tan cerca, tan a su lado, tan en encarnadura, tan en la misma realidad.

Se miró de arriba abajo y se empezó a contemplar con parsimonia. Primero la cabeza, su misma cabeza, con su escaso pelo y sus ojos cansados y oscurecidos, su apariencia madura y sus pómulos bien marcados. Y aproximó su cara hasta casi rozarse. Y se vio en todos sus detalles, con el color exacto de sus ojos, con las dimensiones reales de sus cejas, con los poros abiertos de su piel dando cara a la vida, con la alineación diversa de sus dientes y la encarnadura esponjosa de su lengua… Con todos los detalles en los que tan poco se había fijado.

Es verdad que sintió miedo y dio un brusco paso atrás como buscando distancia y alejamiento, como si hubiera descubierto un ser que le causaba algo más que respeto.
Volvió a encarar las distancias cortas y a medirse con la figura paralela que nunca se le venía abajo y que siempre estaba dispuesta a repetir la misma disposición física y anímica que él mismo.

Poco a poco fue cogiendo confianza y deteniendo con más firmeza la mirada en las partes del cuerpo de aquel otro yo de más allá del espejo. Y con él comenzó un diálogo impreciso que se alargó en el tiempo hasta que algún vecino reclamó el ascensor para bajar a la calle.

Cuando el aparato comenzó su movimiento, recuperó en alguna medida la conciencia de su dualidad y de su soledad absoluta en aquel espacio tan estrecho y solitario. Abrió la puerta y miró hacia atrás. Un gesto de complicidad despidió al hombre del espejo.

Tal vez tenga un lugar escondido donde sigue aguardando que vuelva cada día y le haga el mismo caso, y comparta con él al menos el momento que tarda el ascensor en subir o en bajar hasta la calle.

Ahora abre con más energía la puerta de la calle y llama al ascensor con algo de impaciencia.

OTRA VIGILIA NUEVA

OTRA VIGILIA NUEVA

El alma que se olvida de sí misma
en el salón de atrás de la memoria
y vuelve cuando quiere y sin pedir permiso
a ocupar en mi mente un blando espacio.

Hay en algún lugar desconocido
un lento mecanismo que se engrasa,
que sale de paseo y que se despereza,
agita sus resortes en forma de lechuza,
y se marca unos pasos al son de la dulzaina,
cuando la noche se repliega y hace mutis
por el foro febril y oscurecido
de todas las esquinas.

Entonces se hace fuerte, se engrandece,
renueva su figura y planta cara,
se recuerda de alguna otra vigilia
y muñe con descaro y sin pudores
otra vigilia nueva. Nadie entiende
cómo ha llegado a ser tan fuerte ahora,
cómo se recompone y se armoniza
con otras leyes nuevas más procaces.

Es la nueva conciencia que se baña
en otros ríos con el agua fría
con regatos ocultos, con espumas
de blancas torrenteras.

Allí todo es distinto, todo fluye
como visión fugaz, como relámpago
que ilumina otro cielo más dorado.

Cuando retorna el día,
la luz y la medida de la anterior conciencia
quedan como el tranquilo y dulce poso
de una comida intensa y de un perfume
que evoca placidez, relajamiento,
sosiego, paz, olvido, ausencia, nada.

lunes, 1 de noviembre de 2010

ESTOY RUMIANDO SOLO VUESTRA AUSENCIA

Otro vaivén confuso de la vida. Otro empujón pequeño hacia el silencio. Otro pasito más que se repite.

Estoy solo en mi casa, tecleando sin tino y sin sentido, sin saber cómo ganar ese minuto mío al discurrir del día. Estoy solo y me oigo, estoy solo y me duelo. Se han marchado mis hijos, se han ido mis hermanos, los que han venido a recorrer el eco de sus padres, de mis padres, en estos días de santos y difuntos.

Yo no sé superar esos compases que llaman ley de vida pues que querría mi vida cerca de todos ellos y andan lejos, los siento muy lejanos en eso del espacio y en el correr del tiempo. Hoy digo que daría todas mis fuerzas por estar al lado de mis hijos, con su roce frecuente, con su presencia cierta, con sus anhelos a la vista y a la cara. ¿Qué mejor regalo podría yo tener que compartir con ellos anhelos y fracasos? Esa sería mi meta más feliz y más fecunda, esa sencilla meta que necesita espacios reducidos y tiempos al compás, tan solo eso.

Pero se han ido todos con su proyecto a cuestas por esos senderos que les presta la vida. Y yo ando aquí varado y casi a oscuras, sin un proyecto cierto que los englobe a todos.

Hoy junto su recuerdo con el de mis padres, a quienes recuerdo con cariño en su ausencia final y sin retorno. Y me veo como un hito demasiado solitario y tristón, como si nada tuviera sentido y nada me importara demasiado. Hoy vivo de recuerdos y de ausencias, me inundo de señales que apuntan a mis hijos, me anego con el eco que dejan sus palabras y estoy un poco menos en su ausencia.

Necesito salir a coger frío, a llenarme de calle un buen ratito, a distraer la mente dejándome encender por las farolas, a ver cómo me muevo por las encrucijadas de la noche.

Que nadie me repita que hablamos de ley de vida, coño, que ya lo sé. ¿Acaso es que la vida no tiene alguna ley que contradiga a estas? Me río tristemente de esta civilización tan ostentosa que me quita a mis hijos de mi vista y me deja tristón y silencioso en estas tardes densas de noviembre.