miércoles, 11 de mayo de 2011

...SI NO ES MI LEY

“La ley no es la ley si no es mi ley”. Copio esta frase célebre aquí porque me sirve de base para apuntar alguna consideración acerca de lo que tanta llama está produciendo estos días en esta piel de toro y que, según me parece, deja en lugar poco honorable a demasiadas personas.

Desde que el Tribunal Constitucional ha sentenciado el derecho de esa tal BILDU a presentarse a las elecciones para que no se vean conculcados derechos fundamentales de cualquier persona, le viene cayendo encima una pedrea que no la aguantaría ni el mismo Sísifo. Y la pedrea le llega desde cualquier punto del cielo y del infierno. A estos jueces se les tilda de prevaricadores, de vendidos por cualquier plato de lentejas, de tramoyistas de tres al cuarto, de ejecutores de órdenes ocultas, de protagonistas de contubernios y, en fin, de todo lo imaginable en boca de cualquier animal bífido y reptante. A su lado, claro, que esto les interesa mucho más aún, se proclama la existencia de un Gobierno traidor y demonio entre todos los demonios. Tal sarta de improperios viene a crear, otra vez, un clima de desconcierto y de desánimo que no lo levanta ni el mejor prestidigitador.

Esta montaña de opiniones procede de todo el ámbito social, y aparentemente intelectual. Ahí otra vez casi todos los medios de comunicación, con sus periodistas de coro, los más conspicuos representantes de asociaciones y opinadores en general.

Pues, con el peligro de estar equivocado una vez más, vengo a anotar mi discrepancia con tanta opinión emocional y escasamente jurídica. De poco sirve considerar que la libertad de expresión tendría que poseer el límite de la prudencia y del sentido común; de nada estar en la certeza de que, en este país, cualquier sinrazón o insulto verbal queda en el aire volando, como vuelan los vencejos en agosto, o sea, sin ninguna corrección.

¿Es que ni siquiera los miembros de la magistratura van a considerar estos casos desde el nivel jurídico? ¿Acaso los periodistas no llegan a entender que una cosa es la creencia personal y otra, no siempre coincidente, la realidad jurídica? ¿No hay quien haga entender a las víctimas y al ciudadano de a pie que una cosa es la emoción y otra diferente la razón, que no se puede legislar a golpe de talón ni de impulso primario?

La sentencia de legalización de un partido se puede y se debe discutir desde el plano jurídico e incluso filosófico o lingüístico, es decir, siempre desde un punto de vista técnico. De otra manera, estaremos devaluando y alejando de nosotros cualquier atisbo de razón que nos quede. Del mismo modo estaremos ayudando a crear un ambiente negativo y hasta peligroso para la convivencia y para el desarrollo general de la comunidad.

Nadie está obligado a mirar a la cara a estos individuos del mundo denominado BILDU, mucho menos a compartir sus ideas ni sus actuaciones (conmigo al menos que no cuenten para nada). Pero sí a defender sus derechos como seres humanos. Y algo más importante, a intentar atraerlos a la convivencia en lugar de deshacerse de ellos en actitud que desde luego es escasamente humana y sí muy alejada de esa capa moral y religiosa que dicen defender muchos de los que sencillamente quieren su exterminio.

Este país necesita mucha mesa camilla, mucha serenidad, mucha reflexión, mucho temple y, como resumen, mucho sentido común. No podemos seguir gastando casi todas las energías en un solo asunto. Llevamos tanto tiempo en ello que todo nos coge casi agotados. Tal vez un último esfuerzo merezca la pena.

1 comentario:

Jesús Majada dijo...

Me ha gustado lo de la incorrección del vuelo de los vencejos.
Tengo la impresión, estoy seguro, de que todo este amotinamiento de los medios y todas las algaradas callejeras de las manifestaciones de víctimas desaparecerá de inmediato, no cuando consigan lo que ahora reclaman, sino cuando gobierne la derecha.